BUENOS AIRES (ANP) Los precios de los agroalimentos tuvieron en marzo a la lechuga como su protagonista principal y por partida doble: fue el producto del sector que registró el mayor incremento porcentual respecto de los niveles de febrero y, al mismo tiempo, el que menor brecha tuvo entre el precio percibido por el productos y el pagado por el consumidor final.
La aparente contradicción surge de contrastar la suba del precio de la lechuga en un 66,7% según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y la diferencia de sólo 1,3 vez entre el precio de origen y destino relevado por el área de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Es decir que el aumento en el precio de la lechuga pudo haber sido mayor de no haber mediado un recorte en la rentabilidad del resto de la cadena comercial, ante la abrupta caída de la demanda.
Según el Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) los precios de los agroalimentos se multiplicaron el mes pasado por 3,4 veces del campo (origen) a la góndola (destino) y en promedio, la participación del productor explicó el 31,3% de los precios de venta final.
La mayor participación, precisamente, la tuvieron los productores de lechuga (76,6%), mientras que la menor fue para los de zapallito (3,9%).
Los precios de las 19 frutas y hortalizas que integran la canasta IPOD se multiplicaron por 4,6 veces en marzo, lo que representa una disminución del 6,5% con respecto a febrero, mientras por los 5 productos y subproductos ganaderos el consumidor abonó 3,1 veces más de lo que recibió el productor, un 6,9% más que el mes pasado.
Según el Índice de Ventas Minoristas de CAME, las ventas del rubro alimentos y bebidas acumulan una caída de 28,7% en los primeros tres meses del año frente al mismo período de 2023, en lo que refleja «la disminución del poder adquisitivo y la falta de convalidación de precios por parte del consumidor», indicó la entidad.
«Durante el primer trimestre del año todos los eslabones de las distintas cadenas de valor han visto afectada su rentabilidad por los fuertes incrementos de costos, no sólo debido a la devaluación, sino también a los aumentos del transporte, logística, electricidad, gas, patentes, impuesto inmobiliario, arrendamientos, combustibles, fertilizantes y repuestos de maquinarias, por citar algunos», agregó CAME.