Buenos Aires, jun 14 (ANP).- “ No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás ocurrió”, cantaba Joaquín Sabina, y algo de eso debe haber con la “celebración” del subcampeonato obtenido en el Mundial de Fútbol ’90, con un equipo mediocre, favorecido por las malas artes y la suerte.
Ese equipo comandado por Carlos Bilardo había llegado a Italia con un estilo de juego horrible, que lo tuvo una larga racha de partidos entre “empatados y perdidas”, pero con el crédito, no menor, de haber obtenido el Mundial cuatro años antes en México, al que accedió también precedido de un desempeño irregular.
Bilardo decía “lo único que importa es ganar el Mundial”, por lo cual los pobres desempeños de su equipo en partidos amistosos o en la Copa América celebrada en Argentina, en 1987, no tenían importancia. Incluso la participación de equipos juveniles bajo su mirada terminaron en escándalos.
Con esos desgastados laureles llegó ese equipo a la Italia donde diego Maradona, años antes, había brillado en el modesto Nápoli, y donde otro argentino, Ramón Díaz, era goleador, pero no era convocado por el técnico por sus diferencias con “El 10”.
Ya desde el comienzo las cosas vinieron mal. Como recordará el periodista Horacio Pagani, el técnico decidió dejar al Claudio Cannigia en el banco de suplente y hacer jugar en su lugar al defensor Néstor Lorenzo, como parte de una defensa con cinco integrantes para tratar de no perder con Camerún.
Y por primera vez en la historia de los Mundiales, el equipo del país que había salido campeón perdió su primer partido, esta vez, 1 a 0 contra el equipo africano que solo se limitó a marcar con dureza a Maradona, y atacar cada vez que tuvo la pelota.
Bilardo, fiel a su estilo, dijo que si quedaban afuera en la primera rueda, hacía que se estrellara el avión. Él no volvía por esa vergüenza. También hizo cinco cambios, puso a Caniggia, a un hábil Pedro Troglio, y formó un equipo más ofensivo para enfrentar al monótono representativo de la (entonces) Unión Soviética.
En ese partido, el arquero Nery Pumpido se parte un pierna y es reemplazado por quien luego sería una de las grandes figuras del Mundial, Sergio Goycochea. En ese partido, el árbitro no cobró un penal por una grosera mano de Maradona dentro del área para evitar el gol soviético, y en el segundo gol argentino, el propio Troglio agarró la pelota con la mano antes de dar un pase. Luego empató 1 a 1 con Rumania, y pasó a los octavos de final.
Allí Argentina se vio favorecida por la Diosa Fortuna al ganarle 1 a 0 a Brasil, con una genial jugada de Maradona, perfectamente definida por Caniggia . En ese partido, cuatro veces pegaron en los palos los tiros de los brasileños (dos de ellos, seguidos) y cuando estaba en el minuto 90’, una pelota le “cayó del cielo” al brasileño Muller en el borde del área chica, quien sin marca ni respuesta de Goycochea, se emocionó de haberse visto tan solo, y tiró el balón a la tribuna.
Eliminación a Brasil, festejó y la esperanza de que Argentina juegue mejor. Cosa que no pasó en los cuartos de final contra la prolija Yugoslavia, que a pesar de jugar todo el segundo tiempo y el alargue con un jugador menos, le pegó un baile de novela al equipo argentino. Los penales, y las manos de Goycochea, pusieron a Argentina en la semi-final con el dueño de casa, Italia.
Ese fue el único partido que Argentina jugo bien. Incluso, se repuso de haber comenzado perdiendo 1 a 0 para empatarlo jugando con todas las variantes posibles. Luego vino un soporífero tiempo de alargue, y terminar con los penales, donde una vez más, Goycochea se lució.
En la final, y sin Caniggia en la formación por haber acumulado dos tarjetas amarillas, y con Oscar Ruggieri lesionado, Argentina salió a defenderse, sin pudor, ante un equipo que a todas luces se mostraba superior.
El equipo de Bilardo no pateó ni una sola vez al arco en todo el primer tiempo, y solo reclamó un presunto penal a Gabriel Calderón en el segundo. Pero el hecho de que el árbitro Edgardo Codesal diera un penal dudoso a favor de Alemania, generó la idea de que Argentina había sido despojada de un cetro para el cual no había hecho mucho por merecer.
La jugada fue tan polémica que Carlos Navarro Montoya, arquero de Boca, fue acusado de “extranjero” por haber dicho que “fue penal, difícil, pero penal al fin”. El capitán alemán, Lothar Matthäus dijo al diario La nación que él estaba bien parado para ver la jugada, que “hay un contacto, pero para mí no fue suficiente para cobrar penal. En un partido así, si va a cobrar un penal, el árbitro tiene que estar 100% seguro de que la infracción fue clara. Y para mí no fue tan clara. Pero no creo que haya sido a propósito de parte de Codesal. Tal vez él estaba en una posición diferente y para él fue claro”.
Dante Panzeri tituló “De cómo un grupo de cínicos se transformaron en héroes nacionales” su excelente nota sobre la eliminación de la Selección en el Mundial de 1966, y como se “victimizó” ese equipo. Tal vez sea tiempo de volver a ver con calma esos partidos, y darnos cuenta que Argentina en el 90’ tuvo una combinación de eventos afortunados que la puso más allá de lo que podía.