BUENOS AIRES.- La advertencia formulada por China de que aceptará cualquier tipo de guerra con Estados Unidos para preservar su desarrollo económico es una clara muestra de que Beijing no está dispuesta a someterse a las decisiones arbitrarias de Donald Trump.
El presidente estadounidense, que cumplirá 79 años a mediados de junio, no ha dejado de azotar al mundo con sus anuncios rimbombantes desde que asumió su segunda presidencia, el pasado 20 de enero.
El presentador del programa de televisión “El Aprendiz”, el político que inspiró el asalto al Capitolio en 2021, el magnate condenado por 34 delitos es el mismo hombre que tuvo más de 76 millones de votos en las últimas elecciones norteamericanas de noviembre.
Durante su discurso ante el Congreso, de mayoría republicana, justificó el martes el aumento de aranceles a China, Canadá y México, los principales socios comerciales de la Unión, por no luchar supuestamente contra el tráfico de fentanilo, un potente fármaco opiáceo.
El déficit comercial entre Washington y Beijing se ubicará en 295.400 millones de dólares, cifra inferior a los años 2012-2022, según informes del Departamento de Comercio estadounidense, citados por la prensa. En febrero, el empresario inmobiliario duplicó de 10 a 20% los aranceles a China, de acuerdo a informes de la cadena estadounidense CNN.
El gobierno de Xi Jinping, de 71 años, se fijó un crecimiento del 5% para 2025, informó el primer ministro Li Qiang, el segundo funcionario de mayor rango de China. Y en represalia por las decisiones económicas de la Casa Blanca, Beijing impuso aranceles del 15% a determinados productos estadounidenses.
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lin Jian, dijo el martes que “la presión, la coerción y las amenazas no son las formas correctas de relacionarse con China. Tratar de ejercer la máxima imposición sobre China es un error de cálculo y un desacierto”. Y a continuación afirmó: “Si EEUU insiste en librar una guerra arancelaria, comercial o de cualquier otro tipo, China luchará hasta el final”.
Para el analista internacional, Gustavo Alejandro Cardozo, “realmente lo que ha mencionado China es concreto y cierto de que ese país está dispuesto a llevar la confrontación hasta las últimas consecuencias”.
“China está mucho mejor posicionada que años atrás, fundamentalmente en lo que respecta a la región del sur global, ya que hay un mayor número de países que apoyarían a Beijing en un eventual conflicto, tras beneficiarse con el comercio y las inversiones chinas”, opinó.
En declaraciones a la agencia Nuevas Palabras, el experto del Centro de Estudios e Investigaciones Brasileñas, especializado en política doméstica de China, señaló que “hoy, Beijing, tiene mayor cantidad de apoyo internacional y lógicamente lo va a disponer si llegara a invadir Taiwán”.
Mencionó también que “lo que acaba de ocurrir recientemente con Ucrania en la ONU, después de que algunos países como la Argentina que antes apoyaban al presidente ucraniano (Volodomir) Zelenski se abstuvieran de votar (a fines de febrero) la retirada de las tropas rusas de Ucrania, son todas situaciones que han establecido un escenario global realmente mucho más favorable a China”.
Cardozo explicó que los intereses del gigante asiático se encuentran establecidos fundamentalmente en la zona del indo-pacífico (Océano Pacífico occidental y central, Océano Índico y los mares adyacentes, que albergan a la mitad de la población mundial), un área sensible también para la Casa Blanca.
“Desde mi punto de vista, el mundo está en una situación potencial de guerra mundial como nunca antes lo había estado”, señaló.
El investigador opinó: “Hay problemas migratorios, económicos, de corte ideológico, de corte separatista, y todo esto puede encaminarse a un conflicto armado de gran envergadura en el que Estados Unidos y China lógicamente se enfrenten de igual a igual”.
Trump no deja de anunciar medidas llamativas. Primero pidió el control del canal de Panamá, quiso comprar Groenlandia a Dinamarca, cambió el nombre del Golfo de México por el del Golfo de América y conminó a Zelenski para que se sentara a negociar la paz con Rusia.
Y en compensación por la ayuda militar brindada por Washington a Kiev, pidió un acuerdo para la explotación de las tierras raras de ese país, ricas en 17 minerales de gran utilidad para la industria tecnológica.
No hay duda de que Trump sacó de la oscuridad al líder ruso Vladimir Putin, convertido hasta entonces en una suerte de paria internacional, para entablar una relación de amistad que lo ha diferenciado claramente de los principales países europeos. ¿Qué duda cabe? El Viejo Continente le teme al Kremlin.
Putin, por su parte, cuya captura solicita la Corte Penal Internacional (CPI), por supuestos crímenes de guerra relacionados con la deportación y el «traslado ilegal» de niños de la Ucrania ocupada, insiste en que Kiev debe renunciar a formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).