Buenos Aires, oct 8 (ANP).- A 20 segundos de terminar el partido la selección Argentina pateó su segundo tiro franco al arco de Ecuador. Esa acción resume lo que resultó la presentación del equipo nacional en el arranque de la eliminatoria sudamericana para el mundial de Qatar 2022.
La victoria por 1 a 0 con gol de penal de Lionel Messi a los 12 minutos del primer tiempo dejó los tres puntos en Buenos Aires pero al mismo tiempo una profunda preocupación por un equipo sin funcionamiento y un grupo de jugadores que cuando se calza la albiceleste se reduce en comparación con lo que exhibe en sus equipos.
“Esperábamos que el nivel de juego fuera otra cosa. Pero en el primer partido había que arrancar ganando”, declaró el 10 argentino al cierre del encuentro, frase que coincide con el trámite y la realidad.
Apenas se pueden destacar detalles. La presentación de Lucas Martínez Quarta, la intención de Leandro Paredes de jugar a un toque con pases verticales entre líneas, el empuje de Lucas Ocampos para siempre buscar un desequilibrio en el desborde. Nada más.
El partido se jugó prácticamente prescindiendo de las áreas. Las limitaciones de Ecuador eran conocidas de antemano y apenas inquietó con un par de centros y un tiro en diagonal en la etapa final desde la izquierda que controló Armani en dos tiempos. Respecto del arquero, hasta horas antes el rumor era que atajaba Emiliano Martínez. El cotejo no dejó margen para saber si el golero de River debe seguir o no. Simplemente porque Ecuador nunca lo exigió.
El rendimiento del equipo de Leonel Scaloni fue algo superior en el primer tiempo, pero siempre dentro de un contexto de mediocridad. Con jugadas previsibles de toques laterales que simulan posesión y prolijidad pero que nunca se tradujeron en ataques firmes.
El lógico recambio generacional que está atravesando la selección argentina no trae las soluciones esperadas. Quienes están dando sus primeros pasos en el equipo, lugar que se ganaron por lo realizado en sus clubes, se toparon con la rigurosidad del juego internacional.
La vara subió y lo sintieron. No se vio en Montiel la enjundia que expresa en River, en De Paul el liderazgo que muestra en Udinese, en Lautaro Martínez el delantero que guapea en el Inter, en Acuña ese carrilero que desequilibró en Portugal.
La otra sensación es la de un conjunto frágil en lo físico. Que perdió en muchos cuerpo a cuerpo y que no tiene en la mitad de la cancha jugadores para contener a equipos con jugares de mayor despliegue, potencia y calidad técnica.
Se puede argumentar que “es el primer partido” o la “falta de trabajo”, pero Scaloni lleva mucho tiempo en su cargo y lo que se ve es más de lo mismo. Posesión inocua de la pelota hasta que se pueda generar algún desborde o encontrar a Messi para que resuelva. Para más todos los integrantes del equipo exhibieron una exagerada predisposición en darle la pelota al 10 bajo cualquier circunstancia.
Queda mucho camino por recorrer hasta Qatar. Tal vez el rodaje y la madurez cambien la ecuación de este equipo. Esa es la esperanza.