BUENOS AIRES, Nov 14 (ANP).- ¿Qué es una nube de Úbeda? ¿Una clasificación nueva de las nubes comunes y silvestres? ¿Acaso un lugar imaginario de la mitología griega? ¿O el nombre de un hotel en la playa? Todas esas preguntas se hicieron los millones de argentinos que en la noche del 15 de noviembre de 1984 seguían electrizados el debate entre el canciller Dante Caputo y el senador catamarqueño Vicente Leonidas Saadi. Que, además, era el primer debate político televisado de Argentina.
Primero veamos el contexto. En aquel momento, el gobierno de Raúl Alfonsín contaba los días y las horas para jugarse el todo por el todo en un plebiscito muy esperado, en el que la ciudadanía iba a decidir si aceptaba o rechazaba la firma de un acuerdo de paz para solucionar el conflicto del Canal de Beagle. Ese era el tema del histórico debate.
El gobierno pretendía el aval popular para avanzar en un acuerdo en el que Argentina cedía las islas a Chile ganando a cambio parte del espacio marítimo y alejando la posibilidad de una guerra, algo que en 1978 había estado a las puertas.
Del otro lado estaba el peronismo, que se oponía a resignar soberanía y que no tuvo mejor idea que elegir para representar al partido a Saadi, hombre astuto en la política pero limitado en las lides de la retórica.
Fue así que, a instancias del periodista estrella de la época, Bernardo Neudstadt, los dos enviados se encontraron cara a cara en un debate televisado en el que a Caputo le sobró temple mientras que a Saadi, insultos.
Saadi fue el primero en tomar la palabra, pero optó por leer un infatigable discurso de corte nacionalista, con reproches para el gobierno y sobre todo para el canciller, al que había acusado de ser un traidor a la Patria. A su turno, Caputo le respondió mirando a cámara y sin dejar traslucir emoción alguna.
El gran problema llegó en el segmento de las preguntas, en el que Saadi se extravió revolviendo sus papeles en busca de una línea para retrucarle al flemático canciller. Pronto el caudillo peronista perdió la compostura y a los gritos, le exigió a Caputo que le respondiera y que no se fuera “por las nubes de Úbeda”. Y ahí es donde comenzó un enigma que hasta hoy no tiene respuesta.
Esa noche el debate siguió su curso y resta decir que Saadi no se lució. Quince días más tarde el plebiscito arrojó un contundente 81,5% a favor del SI, dándole un gran triunfo al gobierno de Alfonsín y dejando sembrada la duda de si la torpe oratoria del catamarqueño inclinó la balanza a favor del enemigo.
Un hallazgo lingüístico
Lo importante de este episodio es que desde entonces quedó flotando la gran duda de a qué se refería Saadi con “nubes de Úbeda”, una extraña frase que empezó a utilizarse para referirse a alguien que evade el tema del que debe ocuparse para, como se dice vulgarmente, “irse por las ramas”.
Como no existen nubes que se clasifiquen con ese nombre, lo más cercano a una explicación se puede hallar en un viejo cuento conocido en España que involucra al rey Alfonso VIII y a uno de sus hombres de confianza, relatado en la web.
Según esta historia, el monarca se había propuesto conquistar la ciudad de Úbeda (que sí existe en Andalucía) y que cuenta con cerros. Para eso, Alfonso mandó a un vigía al flanco sur de estas montañas para anticiparse a cualquier resistencia, pero el joven enviado se entretuvo con una muchacha de la zona y se olvidó de su misión, con lo cual el plan de conquista se vio frustrado. Dice el cuento que cuando el rey le preguntó dónde había estado, la excusa fue “perdón mi señor, pero andaba por los cerros de Úbeda…”. Este relato dio nacimiento a un juego de palabras que podría haber inspirado a Saadi.
Lamentablemente, Saadi partió de este mundo en 1988 sin haber dado explicación alguna sobre el origen de esta loca frase que acuñó para la posteridad, y que mañana cumplirá 37 años.