BUENOS AIRES (ANP).- Un policía que deja su arma, arriba de una heladera, al alcance de todos. Un pueblo encerrado en su pequeños rituales, una justicia más apurada en ver un partido de fútbol que en lo que puedan decir los implicados en un crimen. Dos jóvenes en sus primeros amoríos.
“Nahir”, la película sobre el asesinato perpetrado por Nahir Galarza contra Fernando Pastorizzo, el 29 de diciembre de 2017 en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, no tiene el “glamour” de otras producciones de su género pero no por intencionalidad de los directores o protagonistas, sino porque la realidad es tan ramplona como la verdad misma.
Nahir cambió cuatro veces su testimonio. En el segundo acepta el crimen, en el tercero apunta a que fue un accidente – aunque remató de un tiro en el piso a Fernando – y por último, dice que fue su padre el que asesino al muchacho, y con la complicidad del abogado defensor, se inculpó con la certeza de que su padre la iba a sacar de la cárcel.
Esta última hipótesis se “cae” haciendo una sola pregunta ¿por qué no se negó a declarar? Si como ella dijo, no hay cámaras que la ubiquen en el lugar del hecho ¿por qué auto incriminarse?
Pero más allá de las dudas que quiere dejar planteada – el caso ha llegado a la Corte Suprema de Justicia, su última instancia de apelación – la dirección de Hernán Guerschuny muestra las cosas tan cual son: con la mediocridad que se puede vivir hoy (y entonces) en Argentina, sin los brillos de las producciones norteamericanas o europeas.
Tal vez se puede señalar que hacer tanto hincapié en la realidad le sacó el histrionismo que podría haber tenido una ficción más “adornada” por un director y guionistas que saben aportarlo y lo han hecho en películas anteriores, pero eso es parte de la interminable lucha entre un producto fiel a la realidad y una historia poderosa que crece con el poder del guion.
No es que «no pase nada», sino que lo que pasa en chato y absurdo como lo ocurrido No hay que echarle la culpa a la película, la realidad es tan cruel y absurda como el asesinato.