Los salarios de la actividad privada -tanto los registrados como los informales- y las jubilaciones acusaron un deterioro en los últimos tres años respecto a los sueldos del sector público y los planes sociales, pero esta compulsa queda relegada a un segundo plano ante la inflación, por lejos la gran ganadora de la carrera.

Esa es la principal conclusión de la investigación desarrollada para la Fundación Mediterránea por Marcelo Capello y Laura Caullo, con la asistencia de Azul Chincarini y Joaquín Aguirre, en la que indicaron que «la participación del sector privado respecto al público, en el total de la masa de ingresos cayó, de un pico de 66% en 2012 hasta 59% en 2022″, si bien advirtieron que «fue 2020 el año en el que el sector privado estuvo más agobiado y, por ende, tuvo el menor peso relativo de los últimos 18 años (57%)», debido a la mayor proporción de recursos para la asistencia social en el inicio de la pandemia.

«Ante la aceleración de la inflación de los últimos meses, nuevamente se da que salarios, jubilaciones y programas sociales corren de atrás a los precios», aclararon, para detallar que «mientras que asalariados formales pueden afrontar mejor la aceleración inflacionaria, el conjunto de informales y cuentapropistas avecinan una pérdida de poder adquisitivo estimada en 6,5% en términos reales».

Asimismo, señalaron que «el haber mínimo (cobrado por el 63% de los jubilados) presenta en 2022 una caída real del 6% considerando los bonos otorgados hasta el momento», pero sin ellos «la pérdida en términos reales se duplicaría, resultando del 13%».

«Respecto a 2019, en 2022 ha cobrado fuerza el ingreso proveniente del sector público y el procedente de planes sociales. En cambio, perdió peso el sector privado en general y la remuneración que perciben los jubilados», precisaron.

Los que perdieron participación relativa en los tres años transcurridos fueron los asalariados privados formales (del 37,7% al 36,8%), el resto del sector privado (del 22,7% al 22%) y las jubilaciones (del 14,8% al 13,4%).

Por el contrario, aumentaron su proporción los salarios públicos (del 22,6% al 23,2%) y los programas sociales (del 2,2% al 4,6%).

De esa evolución, se desprende que la participación de los programas sociales creció un 109,1% y la de los salarios estatales un 2,6%, mientras hubo caídas del 2,4% en los salarios privados formales, del 3,1% en los informales y del 9,4% en las jubilaciones.

«En este panorama, durante 2022 los salarios podrían crecer en promedio por debajo de la pauta inflacionaria: los 9,9 millones de asalariados formales, tanto del sector público como del sector privado son quienes, aun con rezago, mejor afronten la situación debido a que sus retribuciones se ajustan por paritarias», indicaron los investigadores de la Fundación Mediterránea.

Por su parte, «el conjunto de informales y cuentapropistas (la otra mitad de los ocupados, 10,1 millones de personas), avecinan un magro año en materia retributiva, con una pérdida de poder adquisitivo que se estima en 6,5% en términos reales», añadieron.

«Los haberes jubilatorios tampoco fueron inmunes a las pérdidas de poder adquisitivo, a pesar de ser actualizados por fórmula de movilidad», plantearon, para agregar que «el haber mínimo presentaría una caída real del 6% en 2022, considerando los bonos otorgados hasta el momento» y que sin ellos «la pérdida en términos reales se duplica, resultando del 13%».

«El haber medio experimenta una caída un tanto menor, del 5%», indicaron, para recordar que «de un universo de 6,9 millones de jubilados, el 63% cobran la mínima».

Por NP