La aceleración de la inflación de los últimos años no se produjo de una manera homogénea, en gran medida por los sucesivos congelamientos, controles y administraciones de algunos precios y tarifas de la economía, lo que generó profundas distorsiones de los precios relativos, al punto que en seis años los valores de la indumentaria duplicaron a los de los servicios públicos.
En una comparación de lo sucedido en los últimos doce meses «hubo ganadores y perdedores, según los precios relativos», sostuvo el economista Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), quien señaló que en ese lapso «seis sectores aumentaron sus precios relativos y seis sectores los bajaron».
«El sector que más subió su precio respecto a los precios promedio de la economía fue el de restaurantes y hoteles con 9,4%. Segundo Prendas de vestir y calzado con 4,9%. En el otro extremo, el sector que más rentabilidad pierde es el de Comunicaciones con 12,5%. El segundo más perdedor fue Transporte con 7,9%», detalló.
Esas distorsiones no comenzaron hace un año sino que por el contrario vienen de larga data. Al respecto, Argañaraz indicó que en los últimos cinco años, los precios del rubro Prendas de vestir y calzado crecieron más que el resto y en los últimos tres años se mantuvieron a valores reales por encima del nivel que había en diciembre de 2017.
«Un consumidor promedio tiene que destinar hoy un 26,2% más de otros bienes y servicios que lo que destinaba para comprar la misma prenda de vestir en diciembre de 2017», precisó.
Luego de ese rubro, se anotó Alimentos y bebidas no alcohólicas, al punto que «en la actualidad hay que destinar un 14% más de otros bienes y servicios que lo que se destinaba para comprar un alimento o bebida sin alcohol en diciembre de 2017».
En cuanto a Restaurantes y hoteles, hay que destinar un 12,6% más de otros bienes y servicios, mientras que en el extremo opuesto se ubica el componente que, entre otros, contiene a los servicios públicos a la vivienda, básicamente energía eléctrica, gas y agua, que pasó de un precio relativo de 100 en diciembre de 2017 a uno de 60,9 en mayo de 2023.
«La caída de este precio relativo, del 39,1%, es muy importante en materia de abaratamiento relativo de los servicios públicos», explicó.
Argañaraz subrayó que «en un contexto de alta inflación, se hace difícil lograr una suba del precio relativo de los servicios públicos, situación que sería necesaria para poder profundizar la baja del gasto en subsidios».
«Este año 2023 plantea un desafío relevante, dado que el gobierno ha manifestado su decisión de bajar el gasto en subsidios de manera importante», concluyó.