Buenos Aires, abr 30 (ANP) – La reestructuración de la deuda pública conseguida por el ministro de Economía, Martín Guzmán, el año pasado fue exitosa, pero no tanto. A pesar de haber logrado un más que razonable margen de maniobra por cuatro años en los que casi no tiene que cumplir compromisos importantes, en el mercado descuentan que para 2024 o 2025 Argentina no podrá pagar y deberá volver a negociar con sus acreedores. Y eso se refleja en el riesgo país.

Los inversores decidieron darle totalmente la espalda a la Argentina el pasado 15 de septiembre cuando el Banco Central optó por apretar a fondo el cepo cambiario en vez de conducir la política económica para «hacer los deberes». En ese momento, todos se dieron cuenta de que la decisión de política económica del gobierno peronista es aguantar todo lo que se pueda sin hacer ningún ajuste importante en la estructura económica. La idea es que al final, Alberto Fernández le va a transferir el problema a su sucesor, si es que no piensa revalidar su gobierno.

Entre los analistas se entiende que un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) puede ser útil para generar algunas expectativas de mediano plazo, pero creen que en lo inmediato, no tendría mayor impacto. Eso se debe a que sospechan que en realidad, el gobierno evita tomar medidas de ajuste, no porque se encuentre en período electoral y tema perder respaldo. Gana la creencia de que no forma parte del menú de opciones del peronismo la necesidad de ajustar las cuentas. Quien aporta a la tendencia dentro del oficialismo de ordenar el frente fiscal, Martín Guzmán,  pierde terreno.

«La reestructuración sirvió para anular la posibilidad de un default en los próximo tres años y un acuerdo con el Fondo no es condición suficiente para que Argentina vuelta a los mercados. Los inversores están muy frustrados», afirma Adrián Rozanski, director del Fondo 1816.

Como para comprender la magnitud del problema que tiene la Argentina con el financiamiento externo, Rozanski plantea que las dudas sobre el país de parte de los inversiones no se despeja ni siquiera en el 2023 cuando sean las elecciones presidenciales, porque los vencimientos que empiezan a caer en 2024-2025 van a ser «una montaña de plata que va a ser difícil de honrar» sin acceder a los mercados voluntarios. Gane quien gane, sea un candidato anti mercado como uno pro mercado, no va a poder.

«La deuda de Argentina es alta, pero no ridículamente alta. Hay un tema de desconfianza. Tenemos mucha deuda con no residentes y tenemos mucha deuda senior con el FMI. El mercado sabe que hay un acreedor privilegiado que va a cobrar primero y hay mucha deuda en dólares», explica el director de 1816.

Pero además de ello, los analistas no están tan seguros que las actuales condiciones de las finanzas mundiales que favorecen a la Argentina se puedan sostener por mucho tiempo más. El precio de la soja a 560 tiene una fecha de vencimiento que no sería muy lejana. Eso se debe a que pasada la crisis del covid en las economías centrales gracias a la vacunación, los bancos centrales van a reducir la emisión de moneda y a su vez subirán las tasas. Eso desencadenará un corrimiento desde los commodities hacia los bonos.

El valor implícito de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos en los mercados secundarios en las últimas semanas comenzaron a anticipar una suba del costo del dinero. Algunos especialistas sostienen que el año de bonanza de los commodities se podría prolongar por este año. Habría una meseta en los precios y luego todo se reacomodaría. En otros términos, el próximo presidente además de enfrentar una crisis de deuda, volverá a tener la soja con los precios a la baja, lo cual obligará a ajustar más los gastos.

Llegamos bien a las elecciones

Una certeza tienen ya los mercados respecto de Guzmán. Es que va a llegar a las elecciones de (agosto o septiembre) sin que se produzca un descalabro con el tipo de cambio. De hecho, aunque el dólar blue comenzó a moverse lentamente en las últimas semanas, ya reacomodó su precios con la ayuda de manos amigas. En función de ello, con un dólar que se puede mantener calmo, los inversores van por la opción de seguir asistiendo al Tesoro con bonos cada vez más cortos ajustables por inflación (CER). Para algunos, hasta se le podría ganar al dólar este año. Los bonos ajustables por inflación rinden unos 5  a 7 puntos reales, lo cual los tornan atractivos.