NUEVAS PALABRAS (ANP) .- Hay jugadores que saben “hacer todo” dentro de una cancha, pero no pueden explicarlo, otros, saben todo lo teórico, pero no pueden aplicarlo. César Luis Menotti es una de esos extraños, por infrecuente, ejemplo de alguien que puede saber qué hay que hacer en un partido de futbol, y transmitírselo a cada jugador.

Su muerte agranda su figura por ser el técnico que puso al fútbol argentino a nivel mundial, no solo por haber ganado el torneo de mayores en 1978, y el de juveniles en 1979, sino por haber colocado a la selección como prioridad para la AFA y para los jugadores.

Antes del Mundial ‘78, los equipos argentinos “se integraban” con los mejores del momento, si es que querían ir a jugar, y los técnicos también surgían al azar y eran reemplazados cada dos o tres años.

Un ejemplo, en el Mundial de Alemania de 1974 el lugar de entrenamiento fue elegido por una de las esposas de los dirigentes de la AFA porque estaba cerca de un shopping.

Menotti llegó a la AFA en 1975 en medio de los problemas internos que arrastraba el país. El golpe de Estado de 1976 lo encontró haciendo una gira por Polonia, Hungría y la ex Unión Soviética (foto).

Al regreso de esa gira, le presentó su renuncia al entonces presidente de la AFA, Alfredo Cantilo, en el edificio de la calle Viamonte. Cantilo lo frenó apenas le estiró la mano con la carta de renuncia: “De todo lo que encontré aquí, lo único planificado es los suyo para la Selección. Yo le prometo que nadie se va a meter con Usted, mientras yo esté al frente”.

Menotti, un hombre de izquierda, siempre reconoció el gesto de Cantilo, un hombre “tradicional”, que venía del Jockey Club, que siempre fue leal a la palabra empeñada.

En ese pacto, Menotti creó la selección del Interior, la de juveniles, hizo que los equipos cedieran a los jugadores a la selección con tiempo para entrenar. Él creo la selección moderna. Y la creó en 1978.

Menotti sabía que los jugadores argentinos no tenían experiencia. Eran mejores técnicamente, pero no tenían la concentración para mantener el ritmo.

Más adelante, se peleó con el otro entrador que sacó al equipo Campeón Mundial, a Carlos Bilardo, en 1983, porque el ex jugador “pincharrata” jugó con la selección un partido amistoso contra un equipo español y perdió, y eso alarmó a Menotti que dijo que Argentina “no podía perder prestigio”.

Esa crítica los llevó a una enemistad que duro décadas, pero que nunca trascendió lo personal, a tal punto que cuando Carlos Bilardo tuvo el problema de salud que hoy lo tiene afectado, Menotti habló con el hermano de Bilardo para ponerse a su disposición. Una cosa es el fútbol y otras las personas.

Menotti tuvo su revancha. Volvió a la selección como mannnager y “soporte” en los momentos más adversos del técnico Lionel Scaloni, y de sus ayudante, Carlos Aimar y Walter Samuel. Y salió campeón, desde atrás, viendo una vez más que su proyecto de tener una verdadera selección de fútbol había triunfado.

 

Por NP