BUENOS AIRES (ANP).- Argentina concluye hoy otro año intenso, algo ya habitual por estas tierras. Cambios de ministros de Economía, inflación, dólar disparándose, Cristina Kirchner condenada fueron algunos de los desafortunados hitos del año, atenuados por la gran alegría de ver a Lionel Messi levantando la Copa del Mundo.
Una reflexión popular dice que en este país, si se mira lo que pasó hace 15 días, se verá un vendaval de cambios pero que si nos retrotraemos diez o 20 años, será claro que nada cambió. Argentina siempre parece estar parada en el mismo lugar.
Sin embargo, con ciertos puntos en común, hace 20 años los argentinos despedíamos el año con otros problemas en la cabeza. En 2002, el país transitaba su primer año tras la debacle del corralito y estaba aprendiendo a vivir otra vez con la inflación, un flagelo incipiente entonces que lleva dos décadas instalado cómodamente sin que ningún Gobierno logre atacarlo.
Aquí viene la primera diferencia con ese año: el dólar libre rondaba los $ 3,40 y aún no existía ni imaginábamos nada ni remotamente parecido al «dólar solidario» y y a todas las variantes creativas que ideó el kirchnerismo. Todavía más, el kirchnerismo ni siquiera era posible entonces. El presidente era Eduardo Duhalde, el único que aceptó ocupar el puesto luego de la renuncia de Fernando De la Rúa y del recambio de mandatarios en pocos días, y el santacruceño Néstor Kirchner recién estaba colocándose en el radar. Duhalde junto a su ministro Remes Lenicov habían enfermado a medio país con la pesificación y a fines de 2002 mucha gente seguía pagando las consecuencias.
Aquel lejano día, el año cerraba con una negociación para congelar el precio del combustible, que ya empezaba a presionar. También era el auge de los secuestros extorsivos. Ese fin de año varias familias vivían un infierno esperando noticias de sus seres queridos. Uno de ellos fue el hermano adolescente del jugador de fútbol Víctor Zapata, que afortunadamente fue liberado días después tras el pago del rescate. También le tocó padecer a la familia del empresario Elio Brozzoli hasta que fue recuperado. El joven Juan Marcelo Ramírez, secuestrado en José León Suárez, nunca apareció.
Otra noticia que ganó espacio en las portadas de los diarios ese día fue el sepelio del histórico caudillo de la UOM, el poderosísimo Lorenzo Miguel. Entre los dolientes estuvo Saúl Ubaldini, otro peso pesado del sindicalismo que supo marcar la agenda del Gobierno mientras fue secretario general de la CGT, y que por ese entonces ya era diputado nacional por el PJ.
Mientras tanto, la Selección argentina hacía borrón y cuenta nueva, dejando atrás el fracaso del Mundial 2002 que se disputó ese año en Corea del Sur y Japón y comenzando a prepararse bajo la dirección de Marcelo Bielsa para empezar a soñar con el campeonato de 2006.
Aquellos eran tiempos de Gabriel Batistuta brillando con al albiceleste y todavía faltaban cuatro años para que convocaran a un jovencito de 18 años desconocido por los hinchas argentinos, llamado Lionel Messi.
También era la época en que el cura Julio César Grassi, aquel afable y mediático sacerdote amado por todos, famoso por sus colectas para la Fundación Felices Los Niños, estaba en el ojo de la tormenta por abuso de menores. Si bien la primer denuncia data de 1991, no fue sino hasta octubre de 2002 que el público abrió los ojos gracias a un programa de Telenoche investiga en el que se presentaron testimonios que marcaron el principio del fin para el cura Grassi, quien hoy cumple condena en la cárcel.
Y para cerrar aquel último día del 2002, un suceso que sí parece calcado del diario de hoy: el anuncio de que Luiz Inácio Lula da Silva asumía al día siguiente la presidencia de Brasil, comenzando el que iba a ser su primer mandato.