Buenos Aires (ANP) – Si hubiera un genuino respeto y admiración de ciertos ex jóvenes militantes al “Tío” cada 19 de diciembre debería haber algún recordatorio para uno de los presidentes peronistas más efímeros de la historia. Se trata de Héctor José Cámpora, aquel a quien Juan Domingo Perón maldijo, dicen, por haber permitido que la izquierda del “movimiento” tuviera protagonismo en el escenario del poder.
Cámpora era un raro bicho. Fue presidente sin tener como profesión la de abogado o militar como se estilaba hasta ese momento en la Argentina donde se alternaban períodos de precariedad institucional con dictaduras militares. Era dentista.
Había logrado destacarse dentro del peronismo, dicen, en base a la obsecuencia por los líderes. La leyenda cuenta que Cámpora era muy temeroso de exponer sus propias ideas Frecuentaba a Eva Duarte. Cuando la “líder espiritual de la Nación” le preguntaba “¿Camporita, qué hora es?” dicen que la respuesta era “la que usted diga señora”.
En los años de la resistencia peronista, cuando el General estaba en el exilio en Puerta de Hierro, en la España del dictador Francisco Franco, Cámpora logró un acercamiento con el “ala izquierda” del movimiento.
Eran épocas de lo que se conoció el “entrismo”, el momento en que la izquierda mundial (por directivas del PC Moscú) decidió darle un lavado de cara a los movimientos nacionalistas del Tercer Mundo que 30 años atrás habían simpatizado con las potencias del Eje. Aparecieron las interpretaciones del socialismo nacional, y esas locas ideas de que Perón y la clase trabajadora peronista tenían que ser el eje de la revolución socialista. Y para ello, había que luchar por el regreso del líder.
En 1973, la dictadura de la Revolución Argentina estaba agotada. Los militares encabezados por el general Agustín Lanusse tenían mas deseos de que volviera el viejo caudillo y pusiera orden en su movimiento, totalmente descontrolado por las luchas entre los viejos ortodoxos que estuvieron en 1945 y los jóvenes de la izquierda que habían oído hablar de Perón a sus padres. Y en aquellos años, esas diferencias se resolvían a los tiros y las bombas.
Como “el General” estaba proscripto, se resolvió que Héctor J Cámpora fuera de candidato a presidente en las elecciones de 1973 junto con un conservador popular, Vicente Solano Lima. El lema era “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
Ganó con todo el respaldo de la Juventud Peronista y los grupos Montoneros, pero su experiencia duró poco, desde el 25 de mayo de 1973 al 14 de julio de ese año. Tuvo que renunciar y llamar a una nueva elección, que consagró presidente a Perón con el 62% de los votos.
Dada su mayor edad, que lo distinguía del resto de sus jóvenes seguidores, Cámpora fue apodado “El Tío”, porque en realidad, así lo parecía. Algunos comentan que el error estratégico del dentista nacido en Mercedes el 26 de marzo de 1909, fue haberle dado participación a los jóvenes de la izquierda peronista en su gobierno.
Cuando llegó el golpe de 1976,» el Tío» se refugió en la embajada de México en Argentina, donde estuvo 4 años encerrado. En agosto de 1980, cuando el Proceso se empezaba a convertir en una “dictablanda” logró un salvoconducto para partir al exilio. Murió el 19 de diciembre de 1980 en Cuernavaca por un cáncer.
Por alguna rara razón, los jóvenes kirchneristas, con Máximo a la cabeza, decidieron reivindicar al oscuro dirigente, poniéndole su nombre a la agrupación “La Cámpora” que los puso en el primer lugar de la escena durante 15 años. Nunca se sabrá si el diálogo en realidad existió entre «Evita» y «el Tío», pero la leyenda pinta el tipo de carrera política que decidió llevar adelante.
Otros han seguido sus pasos. Si se pudiera decir que hay un herdero de la tradición política camporista , es el caso del actual secretario de Turismo, Daniel Scioli, que se ha mostrado siempre dispuesto a bajar la cabeza ante sus ocasionales jefes políticos. Pasando de la derecha de Carlos Menem, a la izquierda kichnerista, a su regreso a los brazos de la derecha conservadora.