BUENOS AIRES (ANP).- Porque nadie puede negar que los jugadores de Boca “dejaron todo” en cada pelota. Corrieron, trabaron, lucharon….pero cada vez que obtenían la pelota, poco y nada salía de los pies.

Por eso, no debe ser sorpresa para nadie que perdiera, como perdió, 2 a 1 la final de la Copa Libertadores con el Fluminense, un equipo brasileño que cada tanto «se tira una siesta» que le permite llegar al rival, pero que cuando se enciende, es de temer, como en el segundo gol de John Kennedy .

Boca careció de juego, como no lo tuvo con el modesto equipo de Nacional de Uruguay, o con Racing de Avellaneda, en que los dos tendrían que haber quedado afuera por lo mal que jugaron. Sólo en el partido que jugo de local contra Palmeiras mereció ganar y no llevarse un triste “0 a 0”. En Brasil, no pudo sostener la victoria inicial y terminó definiendo, como en las otras dos instancias, por penales.

Ahora todo el peso recae en la figura del director técnico Jorge Almirón por sus planteos mezquinos, algo que es cierto. Pero habrá que destacar que Boca tampoco tuvo grandes figuras para generar juego.

Édinson Cavanni ya está más cerca del retiro que de su época de implacable goleador, sin embargo, habrá que hacer notar que tampoco le llegaba una pelota decente.  Almirón sacó de la defensa a Ezequiel Barco, una figura con proyección internacional, para, primero, ponerlo al mediocampo como cuarto volante, y luego, ante la falta de creación, ponerlo a jugar “por detrás” de los ocasionales centro-delanteros.

Y esta claro que una cosa es “pasar al ataque”, con 50 metros por delante, y otra resolver en espacios más reducidos, donde tenés a los marcadores contrarios encima. Por eso, esa ventaja inicial de Barco como defensor que “se proyecta” se fue diluyendo con el correr de los partidos.

Luego hizo jugar de “semi wing” a Luis Advíncula, que ya había desempeñado ese puesto en el comienzo de su carrera en su Perú natal. Pero no tuvo compañía, nadie le pasaba “por detrás”, o tiraba diagonales para un pase preciso.

Boca careció después de la fase de grupo funcionamiento colectivo para el ataque,  por eso no debe extrañar que contra Fluminense haya sido a partir de un “zapatazo” del peruano ante una defensa “blandita”, y después haber tenido algún que otro remate más.

Almirón jugó “a no perder”, como alguna vez lo hizo Carlos Bianchi, jugando con Cagna, Traverso, Casini y Bataglia en el medio campo, y dejando solos arriba a Carlos Tevez y “El Chelo” Delgado. Pero ese equipo tenía laterales que acompañaban y un “pasador” como Cagma que sabía ser vertical a la hora precisa, y asistir a esos dos grandes delanteros. Y este Boca careción incluso de velocidad para el contra ataque.

Acá solo el pibe Cristian Medina mostraba intenciones de jugar “para adelante”. Incluso remató desde afuera del área, mostrando el camino que luego llevaría al gol de Advíncula.  Un capítulo aparte merece Pol Fernández quien juega “de boble cinco posicional” y se la pasa tirando pases a los costados y ubicándose siempre por detrás de la linea de juego, jamás arriesgando un pase vertical,  «picando al vacio»o tirando una “pared”, aunque mas no sea para romper la monotonía.

Pero en la guerra no hay malos soldados, sino malos generales, y si Almirón ganaba, incluso por el morbo de los penales, “el resultadismo” que adula mucho periodismo, habría halago la conquista, el oportunismo de haber traído a “Chiquito” Romero, y transformado a Boca en el equipo más ganador de la Libertadores.

Pero perdió, y ahora se exacerba las críticas a un equipo que solo jugo bien uno de los seis partidos que lo llevaron a la final en la que demostró, una vez más, que “tener ganas” es necesario, pero no suficiente.

Por NP