BUENOS AIRES, MAY 12 (ANP) – Los empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA) van a curarse en salud. Aunque hoy no tengan ningún motivo en especial que apure el cambio, cuando el nuevo presidente Daniel Funes de Rioja asuma el cargo de presidente del Comité Ejecutivo en reemplazo de Miguel Acevedo, llegará con, entre otras tantas misiones, la de poner en marcha un Comité de Etica que vigile el comportamiento de los miembros de «la casa».
No es que haya algún motivo en particular que impulse a los hombres de la central fabril a tomar tal decisión. Desde hace mas de 10 años no se registran casos que hayan despertado polémica y críticas dentro de la entidad. Se trata del ex presidente Juan Carlos Lascurain, que tuvo una condena de 4 años por contratos firmados con el gobierno de Cristina Fernández. El empresario solía concurrir a las reuniones de la Junta Directiva a pesar de todo.
Comentan en los pasillos del edificio de Avenida de Mayo al 1.100 que dirigentes de aquel momento le habían pedido a la cámara de origen de Lascurain, la Asociación de Industriales Metalúrgicos (ADIMRA) que trataran de evitar enviarlo como delegado a las reuniones mientras no se aclarara su situación.
El problema es que en el armado institucional de la UIA se contempla la posibilidad de un comité que juzgue el comportamiento de sus miembros y que evidentemente, debe contar con el consenso suficiente para recomendar la suspensión o expulsión de algún empresario. Cabe recordar que la central es una entidad de segundo grado. No tiene asociadas a personas, sino a otras cámaras empresarias de modo que sanciones de ese tipo no solo afectarían a una persona en particular, sino a la entidad que la envía.
La idea que tienen los empresarios es armar un comité de ética integrado por profesionales y expertos que no estén vinculados con la actividad empresaria. Entienden que es la mejor manera de evitar que la política interna influya en los fallos. Sería un grupo de abogados que opinarían desde un punto de vista técnico.
En la UIA tienen temor a que se repita en algún momento algún episodio como el que involucró al sector de la construcción durante el gobierno anterior en el que algún miembro pueda quedan enchastrado. Se trata de la investigación que se sigue a empresarios arrepentidos, que admitieron haber participado de un esquema en el que se repartía obra pública sin pasar por licitaciones.
Los industriales no quisieran quedar pegados a alguna movida de ese tipo. El momento actual es el mejor para llevar a cabo la tarea. Es porque si bien dentro de la central siguen activas diferencias entre los «liberales» de la lista Celeste y Blanca, y los «nacionales»del Grupo Industriales, estas están muy solapadas. Durante los 4 años de la gestión de Miguel Acevedo, todo se hizo por consenso. La nueva conducción que encabezará Funes de Rioja también surge en el marco de un acuerdo. La linea que marca la divisoria entre unos y otros se difumina y van apareciendo nuevos dirigentes que ni siquiera están referenciados en algún grupo interno. Poner en marcha un comité de ética por consenso evitaría así que algunos de los sectores sospeche de su integración y suponga que va a ser usado en su contra.