BUENOS AIRES (ANP).- La decisión de China de disputar el liderazgo mundial que aún conserva Estados Unidos marca el fin de una época y el comienzo de otra para un país que combina a su antojo el capitalismo con el comunismo.
Basta ver el multitudinario desfile militar realizado el miércoles en la Plaza de Tiananmen, donde el gigante asiático exhibió su gran poderío nuclear con motivo del 80ª aniversario de la victoria sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial, para comprender que fue un mensaje dirigido a la Casa Blanca.
Y está claro que el presidente estadounidense Donald Trump se sintió de algún modo afectado al ver a su colega chino, Xi Jinping, flanqueado por el ruso, Vladimir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, porque de inmediato manifestó que los tres países “estaban conspirando” contra Washington.
Trump aludió, también, al papel que jugaron las fuerzas estadounidenses para forzar la rendición de Japón, tras lanzar dos bombas atómicas contra las ciudades de Hiroshima y Nagazaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente.
Xi, por su parte, elogió la lucha de los patriotas chinos que derrotaron a los japoneses, quienes primero ocuparon Manchuria en 1931 y luego gran parte de China desde 1937, aliándose con la Alemania nazi.
Durante la llamada “Guerra de la Resistencia contra la agresión japonesa”, se estima que murieron más de 35 millones de chinos, entre militares y civiles, informó el diario mexicano La Jornada.
No obstante, en ningún momento de su discurso, el líder del Partido Comunista se refirió a la ayuda bélica brindada por los estadounidenses que aún hoy siguen siendo criticados por organizaciones de derechos humanos por haber matado entre 100.000 y 200.000 japoneses, con posteriores enfermedades infecciosas y fallecimientos, según informes de la BBC.
Xi dijo, además, que el mundo aún “se enfrenta a una elección entre la paz o la guerra”, pero advirtió que China es “imparable”.
Entre otras particularidades, la celebración contó con la presencia del presidente de la India, Narendra Modi, un virtual aliado de Beijing tras décadas de rivalidad, luego de que Trump impusiera un impuesto del 50% para las importaciones indias.
El analista argentino Gustavo Alejandro Cardozo, que asistió a la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), donde se reunieron líderes de 20 países, afirmó que el desfile de la Plaza de Tiananmen, “más allá de la espectacular puesta en escena, muestra lo relevante que es para China su historia y el papel que espera desempeñar en un mundo que está atravesando cambios significativos”.
“Es un mensaje claro a Trump de que Beijing no va a ceder, ni tampoco negociar cualquier tipo de presión impulsada por el mandatario norteamericano”, dijo Cardozo a la agencia Nuevas Palabras.
El experto en las relaciones de China con Latinoamérica y académico del Centro de Estudios e Investigaciones Brasileñas dijo que “Xi fue muy enfático al mencionar que la elección entre el diálogo o la confrontación, la guerra o la paz, evidencia las tensiones actuales planteadas, principalmente, en este marco de disputas comerciales”.
También se preguntó hacia “dónde se orientará esta nueva política global, que tiene una característica sin precedentes: la Unión Europea no tiene lugar en esta nueva mesa de negociaciones”.
Para Cardozo, Beijing abrió canales de cooperación e inversiones sin precedentes en el marco de la OCS y ubicó la postura china sobre la rusa en términos financieros.
“No es solo el ´Sur Global´ (Asia, América Latina, el Caribe y Oceanía, que han sido marginados por décadas del poder económico) alineados al eje Beijing-Moscú, junto con India: las económicas emergentes se perfilan cada vez con más fuerza y determinación”, opinó el especialista.
No hay duda de que Xi, de 72 años, está tratando de consolidar a su país a la cabeza del orden mundial ante el repliegue de Estados Unidos en varias zonas del planeta.
Su mensaje también está dirigido a Taiwán, a la que Beijing considera una provincia separatista que algún día se unirá a China. Incluso el gobierno chino no ha desestimado el uso de la fuerza para alcanzar este objetivo.
En la Plaza de Tiananmen, donde a principios de junio de 1989 murieron masacrados cientos de opositores que reclamaban democracia, estaban reunidos los principales rivales políticos de Occidente ante una Casa Blanca que durante el gobierno de Trump intenta mantener, con matices, su protagonismo mundial.
De todos modos algo parece claro: las reformas económicas establecidas por el líder chino Den Xiaoping en 1978 han convertido a China en una superpotencia mundial que compite en muchos rubros con Estados Unidos, a la que Washington acusa, entre otras cosas, del robo de tecnología sensible.
Sin embargo, el gigante asiático sigue en deuda con respecto a la democratización del país que reclaman la Casa Blanca y el resto de Occidente.
