BUENOS AIRES (ANP).- Este 23 de enero cumpliría años Luis Alberto Spinetta. Él quizás como ningún otro músico de rock argentino, encarnó el espíritu de los ‘60. Abierto durante su carrera a las variantes que el rock iba adoptando, pop, hard rock, rock progresivo, jazz rock, la constante fue su incesante búsqueda de la construcción de una música con complejidades, lejos de la complacencia musical y de las poses del estrellato.
Y eso en un género musical popular como el rock, lo suficientemente amplio para aceptar aportes de otros géneros y admitir libertades que permitían el desarrollo y la aplicación del talento más allá de los conocimientos académicos.
Aquella constancia lo convirtió en un creador que no cuenta con continuadores musicales, pero si, quizás, con la más férrea legión de seguidores y admiradores (músicos profesionales y público) de sus composiciones.
Podríamos referirnos al carácter surrealista de sus letras, a la utilización de acordes extendidos en la construcción de las armonías de sus canciones pero lo que es extraordinario en su obra es la calidad superior de su talento creativo y de su sensibilidad.
Sus álbumes “Artaud” y “El Jardín de los presentes” quizás sean la máxima expresión de su prolífica obra con canciones conmovedoras, que ponen la piel de gallina y erizan los pelos, con su voz a pleno, desgarradora a veces y deliciosamente delicada otras.
Jorge Wagensberg dice que debe haber una sintonía entre la sensibilidad del artista y su público, complejidades parecidas. Como dijimos al comienzo, siguiendo la herencia de los sesenta, Spinetta construyó como nadie en el rock argentino esa relación.