BUENOS AIRES, nov 21 (ANP) – Si se toman todos los discursos emitidos por miembros del Gobierno, tanto por el presidente Alberto Fernández como por el ministro de Economía, Martín Guzmán, tanto antes de las elecciones legislativas como después, se verá que la palabra «inflación» casi está ausente.

De ello se puede deducir que prefieren no hablar porque es un claro punto negativo de la gestión pìanta votos, o simplemente, porque es una variable que ahora le puede ayudar a resolver desequilibrios fiscales sin hacer «el ajuste» como repiten a coro.

La hipótesis está esbozada en el último informe de la consultora GMA Capital. Allí se sostiene que tal como se desprende de las últimas palabras del gobierno luego de la derrota histórica del peronismo en las legislativas del domingo, quiere elaborar un programa económico que corrija los desequilibrios fiscales sin reducir el gasto.

Un detalle no menor es que sin expansión económica el esperado “superávit virtuoso que siempre es hijo del crecimiento” no será posible de obtener.

El ajuste de las cuentas fiscales quedará librado a 2 posibilidades.
La primera es una contracción del nivel de gasto público, una cirugía a la que el ala más radicalizada de la coalición gobernante le tiene fobia.

Incluso, esta terapia no cuenta con el aval de la mismísima vi
cepresidente, como fue expuesto en la carta pública que CFK le dirigió a Alberto Fernández tras las PASO. 

Entonces, sin vistas a que el Gobierno tenga intención de recortar las erogaciones y con bajas probabilidades de obtener ingresos extraordinarios, como en 2021 (retenciones, Aporte Solidario y DEGs), el camino alternativo consiste en licuar el gasto vía inflación

La idea puede sonar descabellada, pero es una alternativa. Por caso, la inflación alta le viene bien al presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Hoy el BCRA tiene una situación parecida con los denominados «pasivos remunerados» al la que había a fines de los 80 y principios de los 90 cuando se produjeros dos episodios de hiperinflación.

La masa de leliqs sigue creciendo a niveles del orden del 10% del PBI. En los 90′ el BCRA pagaba altas tasas positivas por los pasivos remunerados porque suponían que de ese modo los bancos podían pagar mejores tasas a sus clientes por plazo fijo y que al final de la cadena la gente se quedaba con los pesos en vez de ir al dólar. En cambio ahora la autoridad monetaria paga tasas debajo de la inflación. A la larga (si sobrevive algún asalariado) los pasivos monetarios tienden a licuarse.