El panorama económico para un 2023 signado por las elecciones generales luce complicado, tanto por los desequilibrios que se arrastran como el hecho que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no hará desembolsos positivos, todo esto agravado por una sequía que impactará en la producción de soja, trigo y maíz.
De acuerdo con las estimaciones de mercado consideradas por la consultora Invecq, la campaña 2023 representará un valor de US$ 32.179 millones sumados los tres granos señalados, esto es US$ 14.731 millones menos que los US$ 46.910 millones de la campaña anterior.
Las consecuencias en el nivel de reservas, para un país que no cuenta con acceso a los mercados internacionales a tasas razonables podrán complicar la economía en varios flancos, entre ellos la posibilidad de evitar un rebrote de la cotización del dólar y su impacto en los precios internos.
Para la entidad dirigida por Esteban Domecq, la caída de los ingresos agrícolas tendrá un impacto negativo en el PBI “de una magnitud aproximada de -1,75% en relación con 2022”.
También incidirán negativamente en la demanda agregada, por “la contracción del gasto privado que se registrará como consecuencia de un menor ingreso en todo el entramado del sistema de agronegocios”, aunque no es fácil estimar su alcance y delimitación.
Por último, habrá un mal impacto en el mercado de cambios “que tiene que ver con el papel fundamental que cumple el sector agroindustrial en el abastecimiento de dólares”.
Al respecto, advirtió que “si durante los años 2021 y 2022 con cosechas récord (40.000 millones y 47.000 millones de dólares respectivamente contabilizando soja, maíz y trigo) el balance cambiario estuvo tensionado, más aún lo estará durante el 2023”.
De la pérdida de US$ 14.731 millones, como el efecto del trigo ya se materializó, “la economía debería digerir una merma en la oferta de dólares de unos 11.600 millones de dólares en concepto de menor soja y menor maíz en relación con la del año pasado a lo largo de los próximos meses”.
“Ciertamente ampliando algo el horizonte, una cosecha valorizada en 32.000 millones de dólares luce muy positiva en comparación con las del promedio 2017-2020”, admitió Invecq, pero subrayó que “esto es resultado puramente de los buenos precios internacionales que al día de hoy aún perduran como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania y de los rezagos de la política monetaria ultra-expansiva de la Fed durante la pandemia”.
Con una cosecha menor, sostuvo la consultora, “la oferta de dólares en el mercado se verá restringida haciendo imposible el cumplimiento de la meta con el FMI que establece que este año el BCRA debería acumular 9.800 millones de dólares de reservas netas, casi el doble del año pasado”.
“El inicio del nuevo año luce poco alentador en materia económica”, concluyó Invecq, que consideró que “a los desequilibrios macroeconómicos que arrastra del 2022 se le suma un shock climático que complicará el abastecimiento del mercado de cambios en un año en el cual el FMI no hará desembolsos netos positivos, ya que los vencimientos que enfrentamos con la institución superarán a los giros pautados”.
El resultado, agregó, “será una economía que no logrará bajar la tasa de inflación considerablemente, sino que, al contrario, corre riesgo de sufrir una nueva aceleración (luego de haber pasado del 55% al 95% a lo largo del 2022) seguida de una caída en el producto bruto. Un escenario negativo para las pretensiones políticas del oficialismo”, finalizó.