Buenos Aires, (ANP) – El consultor Martín Rapetti, director de Equilibra, advierte que el relato sobre la «competitividad sistémica» que suelen esgrimir los economistas que apoyan al gobierno y que se oponen a tener un tipo de cambio un poco «adelantado», tienen un punto débil, y es que hacer «las reformas» lleva un tiempo tan largo que suele agotarse mucho antes de que el esquema se caiga por falta de competitividad.
Cuando se le pregunta a cualquiera de los profesionales que respaldan el programa que está llevando a cabo el ministro Luis Caputo, -que consiste en un clásico atraso del tipo de cambio combinado con un ajuste fiscal monumental-, señalan que «los problemas no se resuelven devaluando». Y es que en realidad, atrasar el dólar solo deja al descubierto las carencias de la organización económica del país, pero no las resuelve. Es como una verdad de perogrullo.
«Imaginen que si fuera que los problemas de competitividad se resolvieran devaluando la Argentina tendría que estar entre los mejores países del mundo», suelen asegurar, cuando se plantea que los esquemas de tipo de cambio atrasado pueden servir para frenar la inflación, pero que no se pueden aplicar para crecer.
Al respecto, Martín Rapetti advirtió que cuando el dólar queda retrasado “no hay un botón que uno aprieta para lograr competitividad”, por lo que resulta necesario que en algún momento se produzca la corrección. No obstante, consideró que ello no va a suceder en el corto plazo, en tanto el gobierno tenga como meta reducir la inflación.
Según explicó, el problema que aparece cuando el tipo de cambio es bajo es que se encarecen los costos internos y por eso el país pierde competitividad, lo que se debería corregir mediante rebaja de impuestos, reducción del costo de infraestructura y logística, si es que no se quiere devaluar.
“El nivel del tipo de cambio es demasiado bajo para la Argentina”, explicó el analista, quien planteó que la baja del dólar blue es “más por expectativa que por los fundamentos de la economía”.
Rapetti sostuvo que cuando se llega a un tipo de cambio como el que hay ahora “se genera un flujo de demanda de dólares tan grande que es insuficiente con el flujo que produce la economía argentina”, lo que, a su criterio, se compensa con endeudamiento.
El analista recordó que durante la época de la convertibilidad, que fue otro esquema de “dólar barato” que se prolongó en el tiempo mucho más de lo conveniente, era el gobierno el que aportaba los dólares tomando deuda en los mercados voluntarios con bonos y vendiendo las divisas en el mercado interno al valor de 1 a 1.
¿Qué tendría que pasar en Argentina para evitar una devaluación?
El paquete de «reformas» clásico para lograr competitividad sistémica incluye reducción de impuestos, inversión en rutas, vías ferroviarias, puertos, energía, desregulación, apertura comercial y una reforma laboral. Toda esa agenda de transformaciones implican varios períodos de gobierno, lo cual implica un acuerdo de fondo. (¿estará de acuerdo el peronismo en cambiar las leyes laborales?).
Bajo esta hipótesis, mientras la política trata de ponerse de acuerdo en implementar una agenda que le otorgue mayor competitividad sistémica a la economía, la inflación y la propia recuperación de la actividad van haciendo lo suyo.
Incluso el propio gobierno juega en contra de la competitividad al suspender obras públicas que a la larga encarecen el costo de la infraestructtura.
La reactivación que sobreviene a la estabilidad de precios genera una mayor demanda de importaciones, tanto de insumos como de bienes terminados. Como el precio de los productos argentinos queda caro respecto del de sus socios comerciales, caen las exportaciones y crecen las importaciones. El turismo receptivo baja y crece el número de argentinos que veranea en Brasil.
Tarde o temprano, el modelo se torna insostenible, lo que obliga al gobierno a hacer una corrección del tipo de cambio, sube la inflación, se frena la economía, y otra vez arranca el ciclo.
Algunos economistas plantean que a diferencias de otros programas de dólar bajo que tuvo Argentina, entre ellos la convertibilidad y el plan Austral, considerados exitosos, es que en esta oportunidad el gobierno está llevando a cabo un ajuste fiscal fenomenal, que le otorga a los agentes económicas seguridad y certidumbre. Pero profesionales como Emiliano Libman, advierten que otros programas de tipo de cambio bajo también han tenido cuidado con las cuentas del fisco y también cayeron en el mismo problema que plantea la competitividad general de la economía.
Por Carlos Lamiral