Las reservas internacionales cerraron enero con una caída de US$ 3.186 millones respecto del cierre de 2022, en un mal comienzo de 2023 y un saldo negativo incluso superior a los US$ 1.400 millones que se debieron desembolsar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y que si no se los computara no habrían evitado un descenso de US$ 1.786 millones.
Los resultados provisorios del Banco Central (el informe consolidado se da a conocer con 48 horas de demora) indicaron que las reservas internacionales quedaron hoy en un nivel de US$ 41.412 millones, con una caída diaria de US$ 105 millones y mensual de US$ 3.186 millones en relación con los US$ 44.598 millones del cierre del año pasado.
La caída de las reservas se produjo a pesar de una serie de medidas que viene tomando el Gobierno para evitar un deterioro aún mayor, como las variadas restricciones a la compra de moneda extranjera vigentes desde hace más de tres años, las trabas a las importaciones -que motivaron las protestas de sectores empresarios ante la dificultad que ello implica en el abastecimiento de insumos- y la aplicación en dos ocasiones del Programa de Incremento Exportador o «dólar soja», que incentivó las liquidaciones del sector agroexportador, pero a costa de un menor flujo de divisas en los meses posteriores.
La baja de las reservas internacionales representó una disminución del 7,14% en apenas un mes. Asimismo, significó un deterioro de US$ 2.373 millones (-5,42%) en relación con los US$ 43.785 millones con los que comenzó la Presidencia de Alberto Fernández y de US$ 36.069 millones (-46,55%) frente al nivel récord de US$ 77.481 millones del 9 de abril de 2019.