BUENOS AIRES (ANP) El martes 21 de noviembre puede pasar a la historia como un punto de quiebre en la relación del Banco Central con el sistema financiero, o bien como la señal de una peculiar «bienvenida» de las entidades del sector al futuro presidente Javier Milei y su intento de dolarizar.

Como ocurre habitualmente, en este día de la semana el Banco Central realizó una licitación de Letras de Liquidez (Leliq) con las que busca esterilizar la abundante emisión monetaria a efectos de atenuar su impacto inflacionario. La historia de los últimos años es conocida: el stock de letras no paró de crecer y terminó retroalimentándose con la inflación, lo que generó el efecto esperado: para convencer al mercado de sumarse a las continuas renovaciones, la tasa de interés fue creciendo en el lapso de dos años del 38% al 133% nominal anual.

Con el cambio de gobierno y los temores por las decisiones que podría tomar Milei, ante el riesgo inminente de una mayor inflación y devaluación, los bancos hicieron un desplante cuyas consecuencias se harán notar en los próximos meses: de un total de vencimientos de $2,709 billones, sólo accedieron a renovar $1,1 billón, de lo que se desprende que $1,609 billón se volcarán con efecto expansivo a la Base Monetaria.

Con una Base Monetaria que al 15 de noviembre estaba en un nivel de $7.732.874 millones, los registros del Banco Central reflejarán en los próximos días el salto abrupto del 20,8% en sólo un día y se ubicarán en más de $9,3 billones.

Los efectos inflacionarios son más que evidentes, con un ratio base/reservas que pasará de golpe de 366,45 a 442,70 pesos por dólar. Y surgen los interrogantes para el cortísimo plazo: ¿Qué pasará en las próximas licitaciones de leliqs? ¿Qué tasa será, en definitiva, la que pueda seducir a los bancos para acceder a una renovación que neutralice nuevas expansiones?

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Por NP