BUENOS AIRES (ANP).- Las presiones de la ultraderecha y de los ortodoxos, ilusionados con obtener una victoria “total” en la guerra de Gaza, debilitan las gestiones del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu para lograr un cese el fuego con el grupo Hamas.

La cifras son contundentes: alrededor de 41.000 palestinos murieron luego de que Israel invadiera dicho territorio, tras el asesinato de 1.200 personas y la captura de 250 rehenes en el sur israelí, el pasado 7 de octubre, por parte de dicha organización fundamentalista islámica, apoyada por Irán.

Incluso los israelíes han salido a las calles para protestar contra Netanyahu, pues lo consideran responsable de los cadáveres de seis rehenes secuestrados por Hamas, hallados el domingo en un túnel de Rafah, al sur de Gaza, mientras otros 97 permanecen en poder del Movimiento de la Resistencia Islámica.

Desde que comenzó la guerra hubo, también, un crecimiento de los asentamientos en la Cisjordania ocupada, donde los palestinos piensan algún día instalar la capital de su futuro Estado Independiente, según informes de la cadena británica BBC.

En declaraciones a la agencia Nuevas Palabras, el analista Mario Sznajder señaló que Netanyahu “enfrenta una dura presión de sus socios de extrema derecha que le advierten que no debe firmar ningún acuerdo con Hamas, referido al cese el fuego o a cualquier otra cosa que impida una victoria total en la guerra”.

“Yo creo que esta propuesta después de once meses de guerra, y del empantanamiento del ejército israelí en la Franja de Gaza, no tiene demasiado sentido porque la guerrilla urbana hasta que no pierde el apoyo de la población son inacabables”, afirmó el profesor emérito en Ciencias políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Sznajder insistió en que Netanyahu “está preso de una parte de su coalición de gobierno, sin la cual pierde el poder, y eso es lo que no quiere” y opinó que “la extrema derecha religiosa y mesiánica no tiende al compromiso político porque es sumamente extremista en sus ideas”.

La coalición de gobierno israelí está formada por el Likud, Judaísmo de la Tora, Shas, Kulano, Partido Sionista Religioso, representado por Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas, y Otzma Yehudit (Poder Judío), cuyo líder es el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, un supremacista antiárabe y miembro de la Knesset (Parlamento).

A fines de enero, la Corte Internacional de Justicia de la Haya, Países Bajos, le pidió a Israel que extremara las medidas para impedir “actos de genocidio” en Gaza, a raíz de una acusación en su contra presentada por Sudáfrica, con el respaldo de más de 50 países.

Hace dos días, Netanyahu convocó a una conferencia con la prensa, después de años de silencio con los medios internacionales, para señalar que Israel no abandonará el corredor de Filadelfia, en el sur de Gaza, ya que en su opinión es una forma de presionar a Hamas.

La situación es catastrófica. Pero todavía confío en (el presidente estadounidense, Joe) Biden (no en Netanyahu ni en Hamas obviamente)”, dijo el analista Arie Kacowicz, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Al ser consultado por esta agencia, el investigador agregó: “Capaz que después de las elecciones del 5 noviembre en EEUU, Biden termina la guerra”.

Israel mira también con atención los comicios de la Casa Blanca, donde el presidente y editor del diario The New York Times, Arthur Gregg Sulzberger, advirtió sobre los riesgos que significaría para la libertad de prensa el triunfo de Trump.

Durante el gobierno del ex presidente republicano (2017-2021), un aliado incondicional de Netanyahu, Israel firmó el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Sudán y Marruecos, mediante los llamados Acuerdos de Abraham.

Por NP