El fantasma de una inflación de tres dígitos para 2022 tiene cada vez más probabilidades de corporizarse, a la luz de la aceleración de los aumentos de precios del julio y el inicio de agosto con una suba del 40% en el pasaje de colectivos y trenes, una tarifas que estaban congeladas desde hace más de tres años y que aun con ese incremento arrastran un desfase que no le alcanzará para cubrir siquiera la cuarta parte de los costos.

La mayoría de los consultores proyecta un Índice de Precios al Consumidor del 8% para julio, un mes convulsionado por haber comenzando con la renuncia de un ministro de Economía (Martín Guzmán) y el anuncio del desplazamiento de su sucesora (Silvina Batakis), mientras se espera para los próximos días la formalidad de la designación del tercero en el cargo en la Presidencia de Alberto Fernández (Martín Guzmán).

Si llega a confirmarse ese porcentaje (habrá que esperar hasta el jueves 11 de agosto para que el INDEC de la información oficial), los primeros siete meses del año tendrán una inflación acumulada del 47,1% y dejaría un margen para el resto del año de un promedio de no más del 6,3% para -por apenas cuatro décimas- no alcanzar al temido 100%.

La posibilidad de tocar los tres dígitos, que parecía una exageración hasta hace unos meses, ya no es tan remota, si se tiene en cuenta que ese 6,3% es una marca que ya fue superada en marzo y todo hace prever que también será sobrepasada en este mes que finaliza.

Pero las perspectivas para agosto no son para nada alentadoras: al 11,34% de aumento autorizado a las empresas de medicina prepaga, a los incrementos en los alquileres y el impacto en las expensas de las subas salariales en las paritarias de los encargados de edificios -todos rubros ya presentes en lo que va de 2022- les se suma un viejo concepto ausente desde el primer trimestre de 2019: los pasajes en el autotransporte de pasajeros y los servicios urbanos, suburbanos, interurbanos y de larga distancia del ferrocarril.

Esos aumentos se añadirán a otros rubros no regulados como los de Alimentos y bebidas no alcohólicas (el de mayor ponderación en el índice de precios) y el de Prendas de vestir y calzado, lo que terminará de configurar un combo que seguramente dejará a la inflación de agosto por encima del 6,3% apuntado como promedio mensual hasta fin de año.

De esa forma, el margen para el último cuatrimestre será incluso menor a ese porcentaje y en el caso que en agosto se repita el 8% previsto para julio, de septiembre a diciembre el promedio de inflación no podrá superar el 5,8%. Y para no superar el 84% de 1991, un improbable promedio del 3,7%.

A quienes el 100% les parezca una exageración, un repaso de la progresión interanual en lo que va del año les permitirá comprobar el ritmo de la aceleración inflacionaria: 50,7% en enero, 52,3% en febrero, 55,1% en marzo, 58% en abril, 60,7% en mayo, 64% en junio y, si se confirma el proyectado 8%, 71,8% en julio. Un aumento de 21,1 puntos porcentuales en siete meses, pero con una evidente aceleración en el tramo final.

 

Por NP