La dispersión de precios generada por las distintas velocidades en los aumentos de bienes y servicios, regulados y/o controlados por algún programa oficial, generó en los últimos tres años una inflación reprimida de por lo menos el 60% adicional a la ya existente, de acuerdo con un estudio de la consultora Invecq.
La entidad dirigida por Esteban Domecq consideró “preocupante” el problema que “se está gestando sobre la estructura real de precios relativos”.
Al respecto, precisó que “entre abril de 2019 y abril de 2022 la base monetaria aumentó 170%, período en el cual la inflación fue de 230%, es decir, se volcaron sobre la economía casi el triple de billetes que estaban en circulación, pero no quisieron ser demandados por el público por lo que simplemente inundaron el mercado de pesos”.
“Como resultado, tomó impulso un desequilibrio nominal combinado con una fenomenal dispersión de precios, profundizada por controles como los precios cuidados, el atraso tarifario, y el cepo al dólar”, explicó.
Esa es la razón de la amplitud en la variación de precios de estos últimos tres años, “con rubros del IPC que aumentaron 425% como los autos y otros rodados, o la indumentaria que aumentó 385%, conviviendo con otros que solo se incrementaron 42% como la electricidad”.
“Estas dispersiones en las variaciones de precios configuran un notable cambio en los precios relativos y generan importantes perjuicios en las cadenas productivas, alteran las estructuras de costos y distorsionan la posibilidad de planificar en base a información y resultados pasados”, añadió.
Más allá de la inflación de los últimos meses, Invecq advirtió que “no todos los precios de la economía están ‘andando’ a la misma velocidad y, por lo tanto, la economía argentina está acumulando inflación reprimida, producto de los cambios en precios relativos que se han originado en estos tres años como consecuencia de cepos, controles, congelamientos y restricciones en general”.
Si se quisiera volver a la estructura de precios relativos de abril de 2019, cuando se realizó la última corrección tarifaria del macrismo, “se generaría un aumento de 60% adicional sobre el nivel general de precios actual”.
Ese aumento, que permitiría recomponer la estructura de precios de entonces, “debería ser liderado por el segmento de electricidad, que necesitaría una suba mayor al 250%”, indicó la consultora.
“Otros sectores, como la Comunicación y el Transporte Público, deberían más que duplicarse, mientras que los alimentos acumulan un atraso promedio del 50%, principalmente en los rubros de cereales, pan, lácteos y aceites, no casualmente, los alimentos que forman parte de los programas de precios en los supermercados”, agregó.
El desajuste de precios se evidencia también en el tipo de ambio, el cual medido al dólar oficial avanzó solamente un 160% hasta abril 2022, quedando por debajo de los aumentos del resto de la economía.
Pero en este caso se suma “un componente adicional por la existencia de múltiples tipos de cambio paralelos, entre los cuales el CCL lidera las subas, con un 360% acumulado”, destacó Invecq, en tanto los salarios tuvieron un incremento promedio del 218% en el mismo período, “resultando en una leve caída real si se lo compara contra la inflación”.
Los datos señalados dejan en evidencia no solo la distorsión que ha sufrido el sistema de precios sino también que “cualquier plan de estabilización económica tendrá un costo asociado de aumentos de precios para corregir lo alterado”.