BUENOS AIRES (ANP).- Un mal día lo tiene cualquiera porque a todos alguna vez se nos ha soltado la cadena, pero no todos alcanzamos un delirio tan grande como el de la jueza Elsa Rosa Parrilli, que hace 15 años cobró fama con su increíble repertorio de insultos discriminadores, al punto de inspirar uno de los personajes más locos del éxito televisivo «Peligro Sin Codificar».
Todo comenzó un día común y corriente en la Dirección de Tránsito de la Ciudad de Buenos Aires, el 15 de septiembre de 2009 para ser más exactos. La doctora Parrilli, una ocupada magistrada que acostumbraba a dejar su auto estacionado en cualquier parte amparándose en su investidura, se encontró con que algún osado empleado porteño se había llevado su vehículo con una grúa, y se fue echando chispas para recuperarlo.
Una vez en el lugar y sin percatarse de que las cámaras registraban todo, Parrilli comenzó a insultar y amenazar a dos jóvenes empleadas a quienes lanzó una inmortal frase que sería para odiarla, si no fuera porque la escena resultó tan bizarra. «Todas morochas, ni una rubia contratan acá», soltó, como si nada.
Esa fue solo una de las barbaridades que dijo, mientras las chicas mantenían una admirable educación y temple. La venerable jueza les advirtió que ella era la que mandaba, que podía mandarlas presas, que debería pegarles un cachetazo a cada una, y otras lindezas por el estilo.
Todos sospechamos que no sería la primera vez que la señora Parrilli le hablaba así a un semejante, pero este fue el episodio que se hizo público gracias a que las chicas, indignadas con todo derecho, lo informaron a sus superiores. Pronto el video estuvo en todos los sitios web, desatando una ola de críticas y risas porque nadie podía creer el nivel de impunidad.
El hecho quedó en el centro de atención de la opinión pública y el entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri recibió a las empleadas agredidas para felicitarlas por la «paciencia zen» que mostraron ante tantos agravios injustos. Parrilli, ya con la cabeza fría y con la cadena puesta de nuevo en su lugar, se dio cuenta del tremendo error cometido y alegó que en ese momento estaba tomando medicamentos contra la depresión, pero no hubo caso.
Finalmente, la irascible jueza fue destituida por su conducta ya que sus colegas determinaron que demostró una clara ostentación del poder que le confería su cargo para no pagar por la infracción que había cometido. Por supuesto hubo una apelación, incluso intentó llegar a la Corte Suprema —petición que fue rechazada— hasta que la decisión se hizo efectiva y Elsa Rosa Parrilli dejó de ser jueza.
En el medio, mientras todo el país hablaba de ella y de su descontrolada actitud, los comediantes que integraban el elenco del programa «Peligro: Sin Codificar» parodiaron el episodio con tanto éxito que la llamada «jueza del escándalo» se convirtió en habitué, una estrambótica mujer interpretada por el genial Yayo, que se presentaba en los más insólitos sitios a multar a la gente, siempre acompañada por una secretaria rubia, magistralmente encarnada por Pichu. «Cuántos marrones que hay acá», repetía enojada.
Pero los años pasaron y como suele ocurrir en Argentina, todo se olvida. En 2014, Parrilli logró que se la indemnizara por su destitución y por los sueldos no cobrados durante ese tiempo, de manera que podría decirse que se salió con la suya. Pero no hay duda de que todavía hoy debe recordar con arrepentimiento aquel día de furia por una simple multa que terminó pagando con creces.