Buenos Aires, mar 20 (ANP).- Murió Amadeo Carrizo. La voz lacónica del locutor tronó en el corazón de los riverplatenses y seguramente, también entre  los amantes del fútbol. Él inventó el arquero «moderno» cuando eso ni se pensaba.

El simbronazo es similar al que me provocó aquel 3 de marzo de 1963 la muerte de Juan Gálvez, otro ídolo. Estoy escribiendo estas líneas con el corazón, como riverplatense antes que como periodista.

Amadeo nos dio a los riverplatenses tremendas alegrías,  a pesar de la época de la  “sequía” que vivimos durante 18 años y que nos revivió Angelito Labruna en 1975. Inclusive le perdonamos aquella jugada aciaga en 1966 enfrentando a Peñarol. Ganábamos 2 a 0 y perdimos la copa Libertadores 4 a 2… “No perdimos por mi actitud; ellos encontraron el partido” siempre repitió hasta el cansancio cada vez que recordaba con tristeza aquella jornada.

No voy a reseñar todas las virtudes e innovaciones que incorporó  en su dilatada carrera profesional. Los amantes del fútbol, seguro que las recuerdan, más allá de la camiseta y gorra que defendió durante 26 años.

Fue modelo de trayectoria. También de comportamiento fuera de las canchas. Integró la troupe de Ante Garmaz como modelo publicitario, junto a su hija.

Las malas lenguas decían que su esposa quiso que su hija lo acompañara en sus giras “como forma de controlarme ante miradas y suspiros femeninos”, admitía con picardía. Lilia, su compañera por más de 66 años ya se había aguantado las miradas cómplices femeninas desde la tribuna oficial del Monumental…

En esa etapa de modelo me reconecté personalmente con Amadeo. Fue en el hotel Riviera de la ciudad de Venado Tuerto, hasta donde se trasladaron para una velada solidaria, en coincidencia con la competencia  “Vuelta de Santa Fe”, reservada para el viejo Turismo Carretera. “Siempre en estas ocasiones aplauden al Amadeo ex arquero; no al modelo” reconocía con humildad y satisfacción por todo lo que seguía recogiendo de la gente.

Las pocas veces que viajé hasta  Rufino, no dejaba de pasar por frente a la casa donde nació. Hijo de padre ferroviario.La posibilidad de ingresar a “los rieles” coincidió con la decisión de Peucelle de confirmarlo como jugar de las inferiores de River. Vino hasta el barrio de Devoto a la casa de unos familiares y cambió para siempre su vida…

Otro reencuentro

Con parte de mi familia ocupé un palco en River el día que el Chacho Coudet apareció teñido de rubio…  Golpean la puerta y al abrirla, la presencia del Gran Amadeo se me hace más grande que el metro noventa que medía. Tímidamente me pregunta “Puedo ver el partido desde acá”. Emoción total por la posibilidad vivencial, pero bronca contra una dirigencia que se olvidó de respetar la trayectoria del más grande arquero de la historia. No le reservaron un lugar estable.  Era la etapa de plena barranca abajo, que no paró hasta descender de categoría…

Misma actitud que tuvo el ex presidente William Kent cuando lo citó a su oficina céntrica para comunicarle que “ya era viejo” para atajar. Les devolvió esa medida desacertada con una cachetada futbolística:  se fue a Colombia y atajó dos años más en Millonario. Y también allí fue ídolo.

Tuvimos un comentarista de lujo esa tarde soleada y soñada. Recibimos muchas caricias al alma. Hasta se dio el lujo de decirle a nuestro hijo Nicolás: “lindo físico de arquero tenés, pibe”. Sodero era el arquero ídolo de  los hinchas en ese momento…

Reitero: son líneas escritas al calor de la pasión mezcladas con algunas lágrimas. No puedo olvidarme que fue  el primero en usar guantes, gorra para que le hiciera visera contra el sol, salir jugando con las piernas, descolgar la pelota “muy pesada de ese entonces”, como decía, con una sola mano, mientras desde la tribuna bajaba el grito de “Amade…o  Amade…o”.

Ironías del destino: se nos va justo el día que se implanta el aislamiento social.  La multitud no podrá despedirlo como se merece.  Desde nuestras casas respetaremos la decisión oficial. Pero no podrán impedirnos que nos unamos en un solo grito y aplauso: Gracias Amadeo por todo lo que nos dio”. Se merece descansar en paz.