BUENOS AIRES (ANP) – La segunda invasión de Rusia a territorio Ucraniano en este siglo (la primera fue en 2014 cuando las tropas enviadas por Vladimir Putin ocuparon la península de Crimea) puso nerviosos a los líderes de la Unión Europea, cuyos países dependen del gas ruso, no solo para calentar sus hogares, sino también para seguir haciendo funcionar la hornalla económica.
Antes del inicio del conflicto, Rusia suministraba el 40% del gas a Europa, lo que obligaba a algunos países a alinearse con las decisiones del Kremlin. A partir de una serie de esfuerzos consensuados desde Bruselas, la dependencia del gas ruso, en 2023, se redujo significativamente al 8% . Sin embargo, países como Hungría, Austria y Eslovaquia siguen siendo altamente dependientes del barato gas ruso.
Históricamente, el combustible era transportado a Europa a través de varios gasoductos clave. Uno de los principales es el Ukrainian Transit, que permite la exportación de gas ruso a través del suelo ucraniano.
Este acuerdo, firmado entre las empresas estatales Gazprom de Rusia y Naftogaz de Ucrania, y que no se interrumpió a pesar de la escalada bélica, está programado para finalizar el 31 de diciembre de 2024.
Otro gasoducto importante es el TurkStream, que atraviesa Turquía y entra en territorio comunitario a través de Bulgaria y Rumania.
Mientras tanto, gasoductos como Nordstream (que se vio afectado durante la guerra por un atentado) y Yamal, que solían ser rutas críticas, quedaron inactivos desde poco después del inicio de la guerra.
Ante la expiración del contrato del gasoducto ucraniano, el gobierno de Volodimir Zelensky (foto) declaró que no tiene intención de renovarlo mientras sigua desencadenándose el conflicto con Rusia.
Pasar el invierno.
A sabiendas de esa decisión unilateral, Europa avanzó significativamente en la diversificación de sus fuentes energéticas, aumentando la importación de gas natural licuado (GNL). Esta política permitió afrontar este tercer invierno desde la invasión de 2022 sin los problemas energéticos que enfrentaba en años anteriores.
A pesar de esto, Hungría y Eslovaquia se oponen a la decisión de Ucrania de no renovar el acuerdo. Ambos países argumentan que el gas ruso es una opción más económica y critican los altos aranceles impuestos por otros países de la UE para las rutas alternativas. Hungría, en particular, sugiere que el gasoducto TurkStream podría ser una solución viable si se detiene el tránsito de gas ruso a través de Ucrania.
De acuerdo con información oficial, Europa tiene un 95 % de su capacidad total de almacenamiento de gas para este invierno: un nivel significativamente alto que refleja el éxito de los esfuerzos de diversificación energética impulsados por la UE. Este plan de reserva de gas es crucial para garantizar el suministro durante los meses más fríos.
La diversificación de las fuentes de energía, que incluye el incremento de importaciones de GNL y otras alternativas como las provenientes de Noruega y Azerbaiyán, permitió a Europa reducir su dependencia del gas ruso.
Sin embargo, las importaciones de GNL a través de barcos siguen siendo una parte vital del suministro energético, especialmente para países como Francia, España y Bélgica, que cuentan con una gran capacidad de procesamiento y regasificación de este combustible, además de bolsillos mucho más profundos que los de Hungría y Eslovaquia.