Si una de las virtudes de un gobierno es la buena administración de los recursos, la Argentina de los últimos 16 años deja en evidencia la incapacidad de todos los que se sucedieron, en tanto se destinaron casi US$ 150.000 millones en subsidios sólo al sector energético, en medio de estrecheces económicas que se hubieran resuelto con mucho menos dinero que el señalado.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) comenzó hoy a difundir un «Monitor de subsidios a la energía de la administración nacional», en el que se detalla los recursos destinados desde 2007 hasta la actualidad, con periodicidad anual, trimestral y mensual, tanto en dólares como en pesos corrientes y constantes, así como el porcentaje del PBI.
Cualquiera de las variables que se utilice muestra el despropósito de un derroche de recursos en los que incurrió y sigue incurriendo el Estado de un país que no hace falta aclarar que atraviesa uno de los peores momentos de su historia en cuanto a niveles de pobreza. La suma de los subsidios a la energía (electricidad, gas y otros de menor significancia) es equivalente al 25,5% del PBI o, si se prefiere, la cuarta parte de la riqueza nacional destinada a pagar tarifas que gasta el 2001 se costeaban sin ninguna clase de subsidio.
Medido en dólares, los subsidios entre enero de 2007 y junio de 2023 ascendieron a US$ 149.160 millones, tres veces el crédito total acordado con el FMI. Y si del organismo multilateral se trata, no está de más tener en cuenta que los aprietos por los que está pasando el ministro Sergio Massa por sellar un acuerdo se podrían evitar si el problema de los subsidios se hubiese resuelto en 2003. Y hasta sobrarían miles de millones de dólares.
Fue en ese 2003 cuando el recientemente asumido vicepresidente Daniel Scioli planteara que «un país en serio (en consonancia con la consigna oficial del momento) no puede seguir con este nivel de tarifas», en referencia a que no alcanzaban a cubrir la totalidad de los costos de explotación.
La respuesta del presidente Néstor Kirchner y sus seguidores fue condenatoria y Scioli estuvo «congelado» durante varios meses. Más allá de las disputas internas, se postergó la solución de un problema que se hubiera resuelto con monedas. Y los subsidios comenzaron a crecer, a tal punto que cuatro años después llegaban a los US$ 1.983 millones. Tampoco se tomó el toro por las astas por entonces, y ya en 2014 la factura ascendía a US$ 15.848 millones.
La corrección que se intentó llevar a cabo durante el macrismo -a costa de un brutal aumento de tarifas- redujo el monto destinado, pero con la asunción de Alberto Fernández la cuesta volvió a subir, hasta trepar en 2022 a US$ 12.396 millones.
El primer semestre de 2023 demandó un gasto de US$ 5.776 millones en subsidios a la energía. Y Massa postergó el pago al FMI por no poder hacer frente a US$ 2.700 millones…