BUENOS AIRES (ANP).- Con críticas encontradas, la apuesta de Netflix sobre un relato corto del brillante Stephen King promete más de lo que entrega aunque con una buena dosis de intriga, a la vez que plantea dos dilemas que nada parecen tener en común: la tecnología como modo de vida y la decisión que cada persona deberá tomar en algún momento, cuando tenga que elegir entre la luz y las tinieblas.

«El teléfono del señor Harrigan» fue uno de los estrenos recientes más vistos de la plataforma, y cuenta con las actuaciones del gran Donald Sutherland, y del joven Jaeden Martell en el papel de Craig, protagonista y relator de esta inquietante historia.

Todo comienza con el pequeño Craig, solitario y triste por la muerte de su mamá, que empieza a asistir a la mansión de un anciano millonario para leerle los libros clásicos que el excéntrico señor tanto ama y que su vista ya casi no le permite ver. A lo largo del tiempo, se formará un lazo de cariño y respeto entre ambos, que no culminará con la muerte.

El instrumento de esta extraña conexión será un teléfono celular, que brindará al ya joven Craig la oportunidad de invocar a las fuerzas del más allá para destruir a sus enemigos. Una tentación inmensa para cualquiera, pero sobre todo para quien lo tenga entre sus manos en esos instantes en que el dolor y la desesperación nublan la razón.

El ritmo del relato es algo lento, pero el misterio que va creciendo lo compensa aunque la eficacia del final dependerá de los ojos del espectador. Si se busca en este filme un cuento de terror, la decepción es casi segura porque hace tiempo que King se apartó del género puro para sondear en la oscuridad del alma. «El teléfono del señor Harrigan» es, en realidad, una historia sobre la soledad, la pérdida, la muerte, y sobre esa ancestral y solitaria elección que cada ser humano hace cuando escoge entre el Bien y el Mal.

El otro dilema que se plantea -el de la tecnología casi como una religión de los tiempos actuales- parece desconectada de la película. La idea de que el teléfono celular y la internet trajeron el caos a esta Tierra, con sus fake news, su despersonalización y su banalización de la información y el conocimiento, parece una idea retrógrada que ignora que cada avance logrado por la ciencia y la tecnología alguna vez fue cuestionado y visto como perjudicial, como alguna vez pasó con la televisión.

En suma, los fanáticos del terror sangriento mejor aléjense de esta cinta dirigida por John Lee Hancock, que vale como entretenimiento y sobre todo como un recordatorio de lo que sucede cuando se cumplen los deseos malignos, y del alto precio que hay que pagar por ellos.

 

Por NP