BUENOS AIRES (ANP).- Viajar en el tiempo, esa frontera infranqueable que nos permitiría abrazar una vez más a los que ya no están, o desandar los errores y las tragedias propias y ajenas, ha sido una obsesión de la humanidad desde siempre y, por lo tanto, una apuesta casi segura de la cinematografía. Desde 1920, cuando se estrenó la cinta checa Noc na Karlstejne, directores y guionistas no han parado de producir las más fantásticas aventuras de viajeros a través de los siglos, con un podio que sin duda es para La máquina del tiempo (1960), Terminator (1984) y Volver al futuro (1985) .
Pero si algo nos enseñan la mayoría de estas películas -por lo menos hasta que la ciencia encuentre cómo romper las barreras del tiempo y se devele la incógnita- es que no se debe alterar el pasado porque somos la sumatoria de todos sus instantes, y quién sabe dónde terminaría el mundo si nos desviamos de lo que fue escrito.
Este es el eje de “El Proyecto Adam”, protagonizada por el todo-terreno Ryan Reynolds, quien aquí da vida a Adam Reed, un piloto de naves espaciales que regresa del año 2050 quebrando las leyes del sistema para hacer lo que cualquiera haría, aunque el Universo reviente: evitar el asesinato de un ser amado.
Para ello, se meterá en muchas aventuras y terminará por coincidir con su Yo de los 12 años (Walker Scobell), que lo ayudará en esa misión que, muy a pesar de los intereses personales del protagonista, tendrá finalmente como prioridad destruir esa máquina del tiempo que tanto daño ha causado en manos de la villana, interpretada por Catherine Keener. El reparto se completa con otras figuras relevantes como Zoe Saldaña (Laura), Jennifer Garner (Ellie) y Mark Ruffalo (Louis).
La cinta producida por Netflix se convirtió en un éxito inmediato ni bien se estrenó, y bien merecido lo tiene, porque no le falta acción, ritmo, personajes queribles y moraleja, esa que casi todas las pelis de este subgénero plantean: que el tiempo no puede ni debe volver atrás, que hay que vivir aceptando lo que fue y construyendo lo que puede llegar a ser.
A «El proyecto Adam» no hay que verla esperando una sincronía perfecta de los planos del tiempo, como sucede en Volver al futuro, o abrumadora, como resulta en El efecto mariposa. Tampoco ahonda en el drama humano que significaría para cualquiera ver la propia vida que ya pasó como se mira una pantalla de cine. Si se la toma como lo que es, una comedia de fantasía y acción, esta producción de Netflix no está nada mal para divertirse y también emocionarse con esa imposible chance de disfrutar al máximo ese último momento con papá o mamá, sabiendo que no habrá un próximo.