BUENOS AIRES, DIC 30 (ANP).- El gobierno cierra un 2020 negativo por donde se lo mire, tanto por el duro contexto que impuso la pandemia a nivel global como por las debilidades que la economía argentina venía arrastrando desde 2018, a la que se sumó la recesión producto de la extensa cuarentena decretada por Alberto Fernández.
El dólar fue uno de los principales frentes de tensión con los que tuvo que lidiar el gobierno este año, una batalla que por cierto está lejos de haberse ganado a juzgar por la tendencia de los últimos días de diciembre.
Hoy la divisa cerró a $89,87 en el promedio de bancos de la city, un 0,19% por encima de ayer. En tanto, el billete mayorista finalizó a $ 84,15 en el MULC, lo que representa un alza de 0,15% respecto del valor previo, mientras que el llamado dólar turista se encareció también 0,19% hasta situarse en $ 148,29.
En el transcurso de este convulsionado año, el dólar blue o informal trepó desde los $ 78,50 que había registrado el último día hábil de 2019 a $ 166 este viernes, lo que implica un incremento de 111,46%.
En el caso del dólar mayorista, el aumento fue de 40,46% a lo largo del año, mientras que el tipo de cambio de referencia subió 40,5% en doce meses. Muy por detrás se ubicó la cotización promedio minorista, que avanzó 28,41% desde principios de enero.
La cotización del dólar comenzó a verse impactada por la incertidumbre política desde el día siguiente a las elecciones presidenciales primarias de 2019, cuando empezó a vislumbrase la casi segura vuelta del kirchnerismo al poder en Argentina. En esa situación, el año 2020 arrancó con una política encaminada a la baja de las tasas de las Leliq y con regulaciones cambiarias aisladas.
Pero para fines de mayo los tiempos se habían acortado y el Banco Central dio la primera señal contundente para darle pelea al dólar, lo que alteró profundamente al mercado, esquivo ante las nuevas medidas que afectaron la compra de divisa por parte de las empresas.
En esa oportunidad, el directorio del BCRA dispuso que las empresas que contaran con activos líquidos originados en activos externos debían utilizar primero esos recursos para cumplir sus obligaciones con el exterior. También extendió a 90 días previos y 90 días posteriores la restricción para realizar operaciones de compra venta de títulos públicos en moneda local con liquidación en divisas de las compañías que requerían acceder al mercado oficial de cambio, y se fijaron nuevas medidas para el acceso al MULC.
La explicación oficial fue que, en el marco de la crisis del Covid-19, era necesario estimular la producción local “y evitar su abuso en la cancelación de obligaciones con el exterior”, según señaló entonces un comunicado de la autoridad monetaria. Se trataba de la Comunicación “A” 7030 del BCRA, la que justamente hoy volvió a prorrogarse hasta el 31 de marzo próximo.
El sector privado, encabezado por la Cámara Argentina de Comercio y la Unión Industrial, no tardó en reaccionar frente al nuevo control de cambios en pos de estabilizar las reservas del BCRA y el tipo de cambio, preocupados por la exigencia de la previa aprobación de la autoridad monetaria para acceder a los dólares, lo que daba de lleno sobre los pagos al exterior y, por ende, sobre las importaciones esenciales para la industria.
En los meses siguientes, con altibajos en la cotización y un importante drenaje de reservas para contenerla, el panorama siguió dentro de lo esperable hasta el 15 de septiembre, cuando Economía y el BCRA lanzaron una batería de medidas para hacerse de dólares.
Así llegó el criticado impuesto de 35% para individuos a cuenta del pago de Ganancias y Bienes Personales sobre las compras de divisa y los consumos con tarjetas en moneda extranjera; estos últimos serían tomados a cuenta del cupo mensual de 200 dólares ya vigente.
Las medidas incluyeron además trabas a las liquidaciones de valores contra moneda extranjera para agentes financieros no residentes, el aumento a 15 días hábiles del plazo de tenencia mínima para transferencias de títulos valores desde el exterior para su liquidación en moneda local, la priorización de las Pymes para la prefinanciación de exportaciones, la modificación de la tasa de pases pasivos, la adopción de un mecanismo de flotación administrada, y el bloqueo del CUIT para la compra para atesoramiento de divisas de los funcionarios de alto rango.
Tras un año de lucha cuerpo a cuerpo con la divisa estadounidense, el equipo que conduce Martín Guzmán se prepara en 2021 para la segunda gran tarea encomendada por el Presidente -el arreglo de un nuevo programa con el Fondo Monetario- y para otro objetivo nada fácil, que será captar la confianza de los inversores pequeños y grandes para frenar la salida de los vitales dólares del Banco Central.
Para ello, se descuenta que Economía continuará con la política de licitaciones que apuntan a reducir cada vez más los adelantos transitorios al Banco Central y la reconstrucción del mercado de deuda pública en pesos. En este punto, conviene recordar que la última convocatoria, realizada el pasado lunes, logró una colocación de títulos de deuda por $ 131.844 millones, de los cuales, poco más de 100.000 millones se concentraron en dos bonos que se ajustan por inflación, que brindan una sobre tasa.
El 2021, con el acuerdo con el FMI por delante y la consigna de controlar el gasto fiscal, se verá el verdadero costo de la estrategia de Guzmán para mejorar la devaluada imagen del peso ante los ahorristas.