Buenos Aires, ago 25 (ANP).- Las expectativas del Gobierno de una baja en el dólar libre en los próximos días, algo que el mercado llama “Dólar Esperanza”, como producto del freno de las operaciones que se realizan en el recinto bursátil como el dólar MEP y el dólar liqui por la efectivización del canje de deuda de bonos viejos por los bonos nuevos, podría transformarse en una gran desilusión en el futuro.
De acuerdo al Ministerio de Economía, a partir del viernes 28, se cerrará el canje de deuda bajo ley extranjera por unos US$ 66.300 millones y una semana después comenzará el canje físico que podría entorpecer la operatoria de esos tipos de dólar y a su vez generar una baja del dólar libre y reducir la brecha cambiaria con el dólar oficial.
Pero más allá que se produzca esa baja, varios analistas financieros coinciden en con el control de cambios actual el retroceso en la cotización del dólar podría ser momentáneo y durar poco tiempo.
Es que el control de cambios es una especie de herramienta que sirve en una economía de pesos y dólares como la argentina para tres objetivos 1) para que el BCRA acumule reservas internacionales, 2) para que la gente acumule más pesos que lo normal, aún con tasas de interés bajas, provocando una monetización artificial de la economía y 3) para moderar el llamado «pass – through» que es el traspaso de la devaluación a los precios internos.
En un reciente trabajo, la consultora M&S; definió a ese tipo de control como “una herramienta esquivadora de una devaluación y ganadora de tiempo” para ir corrigiendo desbalances macro de fondo pero que no arregla nada per se.
Con una situación fiscal y monetaria en desequilibrio como muestra la economía en cuarentena el control de cambios puede utilizarse como un instrumento necesario pero no se puede utilizar para toda la vida porque termina siendo inconsistente.
El mayor peligro es que el control de cambios puede fallar en plazos cortos por la conjunción de varios factores.
El primero y tal vez el más peligroso de todos es que la economía se quede sin superávit comercial ya que con un déficit de comercio exterior no habría oferta neta positiva de dólares comerciales para satisfacer la demanda. Hoy el superávit comercial esperado para el año llega a unos US$ 12.000 millones.
El segundo problema es que aumente mucho la brecha cambiaria entre el dólar oficial de $ 75 y el dólar libre en todas sus variantes que hoy supera el 80 %.
El tercero es que el tipo de cambio oficial no esté muy atrasado ya que con un dólar oficial “muy barato”, no habría cepo que alcanzara para frenar la demanda de dólares solidarios y la presión importadora.
El cuarto factor sería que las reservas netas del BCRA estén muy bajas, porque con muy pocas disponibles sería imposible enfrentar una corrida cambiaría. En la actualidad la mayoría de las consultoras económicas sitúan a las mismas por debajo de los US$ 5.000 millones.
El trabajo de M&S destacó además que en los dos últimos casos, un control de cambios parecido al actual se transformó a los pocos meses en una gran devaluación del dólar oficial.
En primer caso fue el que generó un aumento de 30% en el valor del dólar oficial acumulado entre diciembre 2013 y enero 2014 cuando pasó de 6 a 8 pesos nominales. El actual gobernador Axel Kicillof era el ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner.
El segundo fue el aumento de un 55% entre enero y febrero 2016, de $ 9,60 a $ 15 nominales luego de asumir Mauricio Macri y unificar el mercado cambiario. En ambos casos, fueron devaluaciones nominales que generaron subas sólo temporarias del tipo de cambio real.
El trabajo de M&S señala que “los desarreglos fiscales y monetarios de 2020 son más marcados que los de 2013 y 2015 lo que hace más compleja desde el vamos el manejo de la situación cambiaria y cabe acotar que tanto en 2013 como en 2015, el estrés cambiario tuvo que ver con incertidumbre electoral y en este nos es el caso de este año».
Además esa turbulencia cambiaria era con un gobierno (el de Cristina Fernández) que estaba al final del mandato y una oposición (la de Mauricio Macri) que actuaba como ancla de las expectativas y achicador de la brecha cambiaria en tanto el estrés cambiario actual se da con un Gobierno recién en el primer año de su administración, con un rumbo económico incierto y una macro más desajustada que la que obeservaba antes del estallido del Covid 19 y de la imposición por parte del Gobierno de cuarentena muy estricta.
En la comparación estrictamente cambiaria, tanto en 2013 como en 2015 el control de cambios había déficit comercial mientras que en la actualidad la situación es totalmente opuesta.
Tanto en 2013 como en 2015, el control de cambios tenía un dólar oficial muy atrasado casi un 40% por debajo del nivel actual y el dólar paralelo de 2013 era equivalente al dólar oficial de este momento. Eran dos dólares considerados baratos o reglados. En el 2013 la cuenta neta de turismo registraba un saldo negativo de US$ 800 M por mes (el atesoramiento era nulo porque estaba reprimido por la regulación aleatoria de la AFIP).
En 2015, el turismo mostraba un rojo neto equivalente al de 2013 y adicionalmente el atesoramiento había escalado porque los controles se habían relajado. En 2013 y 2015 el control de cambios tenía un alto déficit comercial y un atraso cambiario importante del dólar oficial.
Estos dos factores no están en 2020. Pero el factor más peligroso en la actualidad es el tamaño de la brecha cambiaria, que es reflejo de un desequilibrio fiscal y monetario más preocupante que el de esos dos años por lo tanto será clave para el desenlace cambiario 2020 -2021 la política macro que se decida instrumentar el gobierno en los próximos meses.