BUENOS AIRES (ANP) .- Hoy se cumplen 30 años de la primera presentación de los “Rolling Stones” en Argentina, pero lo cierto que el enamoramiento comenzó un poco antes, en noviembre de 1992.
Argentina, un país más vinculado sonoramente con Los Beatles, recibieron para esa fecha a Keith Richards en una de sus etapas solista. Según contó Daniel Grinbank, dueño en esa época de la FM Rock & Pop, el guitarrista de “Los Rolings” (si, con una ele y ese al final), no podía creer el fanatismo por él y la banda nacida a comienzos de los 60’.
“Richards tocaba en teatros en los que entraban 2.000, 3.000 personas. Cuando estábamos llegando a (la cancha de) Vélez y vio la interminable fila de gente por Juan B Justo para verlo a él, no lo podía creer”, dijo Grimbank en un reportaje.
Primero fueron Los Ratones Paranoicos, luego Joe Cocker, y después Keith, que estaba abrumado por tanto cariño. Por eso, cuando los Rolling volvieron de gira, y llegaron a Brasil, la extendieron a Argentina por el deseo de Richard.
Primero eran tres shows. Las entradas se vendían de manera presencial – no había internet – y fue tal la demanda que sumaron otros dos. Fue la primera vez que una banda internacional hacia 5 estadios de River seguidos.
Jagger y Richards, como el resto de la banda, tenían 50 años y “una polenta” que hacía poner los pelos de punta. Junto a dos mujeres y un hombre en los coros, otros tres en la línea de vientos, piano y teclado.
Estaban en unos de sus grandes momentos y el recital estuvo a ese nivel. Con sus últimos dos discos, Steel Wheelss y Voodoo Lounge, era verano, hacía calor, la dupla Jagger & Richards, estaban “super afilados”. La imagen de Mick surgiendo desde abajo del «piso» en «Simpatía por el demonio» te hacía pensar, sin dudas, que él era el demonio.
Nació la «stonmanía», algo que no le ocurrió a los Sotnes ni en sus comienzos en los 60′. Una devoción que superó, incluso, los que ellos esperaban, revoleando las remeras.
Ellos estaban agradecidos, y el público, más. Fue el comienzo de una unión que lleva 30 años, y de la que siempre se anhela que haya un nuevo encuentro.