En vistas al retorno del «dólar soja» en su segunda versión, el desempeño de las liquidaciones del sector agroexportador en los últimos tres meses puede servir de enseñanza para anticipar el comportamiento que tendrán hasta marzo del año que viene, ya que los excelentes resultados de septiembre fueron seguidos por rendimientos en octubre y noviembre peores a los de los mismos meses del año anterior.
Así quedó en evidencia en el último informe de la consultora Invecq, en el que se muestra que al fuerte repunte de las liquidaciones de septiembre, con un promedio diario de US$ 387 millones, 248,6% más que en el mismo mes de 2021, le siguieron bajas interanuales del 49,6% en octubre (US$ 64 millones diarios) y del 52,6% en lo que va de noviembre (US$ 46 millones).
La implementación de una segunda versión de lo que fuera en septiembre el Programa de Incremento Exportador (PIE) se da en un contexto diferente al de entonces, a juzgar por el descontento expresado por la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), que reforzaron su pedido por un tipo de cambio unificado y consideraron que la medida es «temporal».
Pero a eso hay que agregarle que las estimaciones sobre la evolución de las reservas netas fue peor a la esperada y que la persistencia de malas condiciones meteorológicas (sequía en la mayor parte del país y heladas tardías en algunos puntos estratégicos) prenuncian más complicaciones para 2023.
Al respecto, Invecq apuntó que «a pesar de la holgura que significó la compra neta de casi US$ 5.000 M en el mercado de cambios en septiembre, la situación se agravó rápidamente con una dinámica de ventas del BCRA muy pronunciada en octubre y, particularmente, noviembre», al punto que con datos provisorios al 25 de este mes ya se llevan vendidos «más de US$ 1.500 millones desde que finalizó el dólar soja (35% de lo que logró comprar en la ventana anterior)».
La urgente implementación de la segunda versión del dólar soja se tomó luego de una serie de desmentidas y debido a que una continuación de la dinámica de ventas por parte del Banco Central «complicaría el cumplimiento de la meta de reservas netas del cuarto trimestre».
Pero a eso hay que agregarle «un empeoramiento de las perspectivas de divisas de cara a la campaña 2022/2023, especialmente en lo que respecta a la cosecha triguera», acotó la entidad dirigida por Esteban Domecq.
«En comparación con la campaña previa, el trigo aportaría unos US$ 3.000 millones menos», indicó, en base a las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, con una baja del 45% en la cosecha y de casi el 70% en los volúmenes exportables.
En cuanto a la cosecha gruesa, que se levantará entre abril y agosto del año que viene, «tanto la soja como el maíz muestran un ritmo de siembra demorado como consecuencia de la falta de humedad en el suelo» y si las adversidades climáticas se extendieran durante los próximos meses, Invecq estimó «una pérdida de casi US$ 6.000 millones respecto de la campaña pasada».
«De esta manera, en conjunto, los cultivos de trigo, maíz y soja entre diciembre 2022 y agosto 2023 podrían aportar a la economía argentina unos 9.000 M de dólares menos en comparación con la última campaña».