Los años de elecciones presidenciales presidencial suelen mostrar un aumento en el nivel de gasto público, ante el propósito de los oficialismos de turno por satisfacer las demandas populares como manera de impulsar el voto para la reelección del presidente o bien de la elección del candidato que busca asegurar la continuidad del espacio político gobernante.
Esta práctica, habitual tanto en la Argentina como en muchos otros países, choca en la actualidad con la necesidad de reducir el déficit fiscal en medio de las restricciones al ingreso que marca la sequía, lo que obligaría al ministro de Economía, Sergio Massa, a intensificar los esfuerzos para disminuir el gasto, en medio de las negociaciones por una reformulación de las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) analizó lo ocurrido con el gasto público nacional
argentino en las elecciones presidenciales entre 1995 (reelección de Carlos Menem) y 2019 (victoria de Alberto Fernández sobre el presidente em ejercicio, Mauricio Macri).
«Excepto en la elección de 2019, en todos los años subió el ratio del gasto público nacional en términos del
Producto Bruto Interno (PBI)» en comparación con el año previo, aclaró la entidad dirigida por Nadín Argañaraz.
Respecto a la última elección, IARAF remarcó la particularidad que «el gasto público se redujo 1,6 puntos porcentuales del PIB, pasando desde el 20,1% del PIB en 2018 al 18,5% del PIB en 2019. Y, además, el gasto ya se había reducido 2,5 puntos porcentuales del PIB en el año 2018 respecto al año 2017 (pasó de 22,6% del
PIB al 20,1% del PIB). Es decir que en la última elección presidencial hubo dos años consecutivos
con baja del gasto público nacional».
En cuanto a la actualidad, indicó que el gobierno «ya bajó el gasto público en el año 2022 respecto al año 2021″, al pasar de 21,2% al 20,3% del PBI-
Según el Presupuesto, en 2023 el peso relativo del gasto debe llegar al 18,7% del PIB, prácticamente igual a la del último Staff Report del FMI (18,6%)».
«Si esto se cumpliera, significaría una nueva baja de 1,6 puntos porcentuales respecto al año 2022. Por ende, se repetiría la dinámica del periodo 2018-2019, de dos años consecutivos de reducción del gasto», que terminaría reduciéndose 2,5 puntos porcentuales entre 2021 y 2023.
Es decir que, si se concreta la baja prevista para 2023, «sería la segunda vez que ocurriría en ocho elecciones presidenciales», resaltó, a lo que cabe agregar que el antecedente no es para nada alentador para el gobierno, si se repara en el resultado que tuvo el oficialismo en 2019.
El desempeño del primer trimestre, con una reducción interanual del gasto primario de 0,1 punto porcentual, deja un margen de 1,5 punto para los nueve meses restantes, lo que obligaría a quintuplicar el esfuerzo de disminución del gasto, de un promedio mensual de 0,03 punto entre enero y marzo a otro de 0,16 entre abril y diciembre.