BUENOS AIRES (ANP) La restitución del impuesto a las Ganancias a la Cuarta Categoría permitirá reducir la brecha entre los asalariados de mayores ingresos y los de clase media baja o que se encuentran en situación de pobreza, a los que el sistema tributario le aplica en los hechos descuentos mayores, según el análisis del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
«La resistencia contra el impuesto a los ingresos personales es una actitud egoísta que lleva a cargar con mayores sacrificios a la población más vulnerables», sostuvo la entidad dirigida por Jorge Colina, que también consideró que «el sistema tributario no contribuye a mejorar la distribución del ingreso».
Al respecto, indicó que «un caso muy ilustrativo es el de los asalariados de altos ingresos», a los que «se les descuenta cargas sociales hasta un determinado tope ($ 2,3 millones) y, como consecuencia de la reforma de setiembre 2023, recién empiezan a pagar el impuesto a las Ganancias a partir de los 15 salarios mínimos ($ 3,5 millones)».
«Esto lleva a que alguien que cobra un salario mínimo sufre un descuento del 17% en su remuneración, mientras que alguien que cobra 15 salarios mínimos el descuento es de 11%. Lo mismo ocurre con más de 100 mil jubilados que cobran por encima del tope jubilatorio ($1,4 millones) y tampoco pagan impuesto a las ganancias», añadió, para concluir que «en la mayoría de los discursos sobre políticas públicas hay un empalagamiento en torno a la igualdad y la inclusión», pero en los hechos «pululan los dispositivos legales a favor de los habitantes de mayores ingresos».
Al analizar el agravamiento de las diferencias en los ingresos entre los que más y menos ganan, IDESA abordó la evolución salarial en el primer trimestre del año, con una inflación del 63% respecto del último trimestre de 2023.
En ese período, los ingresos de los hogares de clase media (20% de mayores ingresos) aumentaron 63%, es decir, no tuvieron pérdida frente al incremento de los precios; los de clase media baja (40% del segmento medio de ingresos) crecieron 44%, lo que implica una pérdida real frente a la inflación del 12%, en tanto los ingresos de los hogares pobres o cerca de serlo (40% de menores ingresos) crecieron 37%, es decir que experimentaron una pérdida real por inflación de 16%.
«Estos datos muestran que la desigualdad aumentó porque los hogares de menores ingresos tuvieron menor capacidad de defensa frente a la aceleración de la inflación», aseveró IDESA, que precisó que para los asalariados de mayores ingresos «existen mecanismos, por ejemplo, las paritarias para los asalariados formales, que les permiten defender mejor sus remuneraciones de la inflación», a diferencia de los del otro extremo, que en muchos casos se desempeñan en la informalidad.