BUENOS AIRES (ANP).- Hace poco más de 30 años, noviembre del 1993 para ser más exactos, Los Redonditos de Ricota se presentaron en el estadio de Huracán . No era la primera vez que los iba a ver, pero esa noche fue la última, porque no me bancaba el maltrato al que se sometía al público.

Tribunas atestadas de gente, corridas, golpes, avalanchas, gente “colgada” del alambrado perimetral, con banderas que no permitían ver el escenario y un audio desastroso con el que uno tenía que adivinar qué estaban tocando.

Para rematarla, el líder de la banda, el Indio Solari, felicitaba a “sus alpinistas” en relación a los que estaban colgados de los alambrados, y ante las corridas y escaramuzas generalizadas, le recomendó a la gente que: “Cada uno cuide su culito”.

Me fui antes de que termine el recital. Mucho no se podía escuchar, y por lo menos, quería tomar el colectivo tranquilo. Un año más tardes, para diciembre de 1994 la situación se agravó. Producto de los enfrentamientos entre sectores del público, y gente que quería entrar “de colada”, 28 personas terminaron heridas y otras 60 fueron detenidas.

Pasaron varios años hasta que el 30 de diciembre del 2004, en pleno auge del “Rock chabón” llegó la Tragedia de Cromañón, el mayor desastre de la historia del rock, con 193 muertes y 1.432 heridas, según la Justicia.

Desde ya que la responsabilidad mayor le cupo a Omar Chaban, quien regenteaba Cromañón, un lugar que había sido una bailanta, y que se transformó en un “reducto” para las bandas de rock que venían surgiendo. Le había salido bien con Cemento ¿por qué le iría mal haciendo ingresar el doble de gente de la que correspondía como ya lo venía haciendo él y varios más?

Y también está la responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que miraba “para otro lado” en esos recitales, en los de Obras Sanitarias, o en cualquiera por el estilo.

Es que marketingdel «rock chabón» decía que  “el espectáculo está en la gente”, “en el aguante”. El rock nacional, que supo una década atrás tener músicos de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Virus o Soda Stereo, reflejaba ahora la “lumpenización” de la sociedad, su comportamiento, y alentado desde el escenario.

Es por eso que a los músicos de Callejeros le correspondieron penas de entre 5 y 6 años de prisión por el delito de ”Incendio culposo seguido de muerte, en concurso real con cohecho activo -193 personas fallecidas y 1.432 heridas-, ocasionado por el lanzamiento de una bengala desde el público dentro del local”.

Es extraño – o tal vez no tanto si se atiende a las razones del marketing – que en el documental sobre la tragedia no se haga referencia a la responsabilidad de los integrantes de la banda, tal vez porque en el primer juicio resultaron absueltos y solo fueron condenados en segunda instancia.

Pero Callejeros, como tras bandas de esa época, ellos sabían lo que pasaba y cuál era el camino al estrellato. Era una banda en ascenso que venía disfrutando de las mieles del “rock barrial, del rock chabón”, ese que acomodaba el doble de gente del que podía admitir un estadio, que se ufanaba de tener “su propia seguridad”, y de no pagar al “establishment” de la música.

Ese en donde “el espectáculo está en las tribunas”. Y si es así, ¿para qué están los músicos? ¿O para qué esforzarse en que se escuche bien? ¿Eso quedaba para los caretas?.

Claro, Soda hacía recitales en el teatro Gran Rex y llenaba todas las funciones con un sonido impecable. En 1995 habían venido los Rollings Stones (con 50 y pico de años cada uno) y la organización, y el show, habían sido impecable. Pero si vos querías ir a escuchar “la banda de tu barrio”, te tenías que bancar todo “ese folclore” que disimulaba la falta de cuidado.

Hubo otras muertes antes y después de Cromañón, pero esa tragedia si de algo sirvió, fue para que los recitales de rock no se atestaran de gente. Eso quedo para “La misa ricotera” en la que cientos, miles de personas se desplazaban como podían al interior de la provincia de Buenos Aires, para ver al Indio Solari, ahora solitario, luego de haberse peleado, por temas de dinero, de su socio, Skay Levinson.

Claro que eso también terminó mal. Un 12 de marzo del 2017, dos personas murieron por aplastamiento en un recital “al aire libre” en Olavarría. Solari pidió las disculpas del caso, y “el rock chabón” cayó en el olvido.

Ver también Pettinato hablando del Indio Solari.

 

Por NP