La inflación de julio fue del 8%, con lo que en los primeros siete meses acumula un 47% y la interanual llega al 72%, en tanto en lo que va de la gestión del presidente Alberto Fernández el aumento de los precios al consumidor trepa al 202,2% el mayor porcentaje para períodos similares desde la Presidencia de Carlos Menem.
«Esta es la inflación acumulada más grande para los primeros siete meses del año desde 1991», señaló en su último informe la Fundación Libertad y Progreso, que recordó que «en ese año se inició el camino a una cuarta hiperinflación que se detuvo con el lanzamiento de la ‘Convertibilidad’, en abril, y que, en cada uno de los dos años anteriores tuvimos una hiperinflación».
Al respecto, la entidad indicó que «dentro de la última década, los años que le siguen con mayor inflación en los primeros siete meses son el 2021, con una inflación acumulada del 29,1%, y el 2019, con 25,1% de inflación».
La inflación de julio pasó a ser la marca mensual más alta desde abril de 2002, en un contexto signado por la abrupta suba del dólar de 1 a 4 pesos en pocos días.
Los rubros que más aportaron a la suba de julio fueron Alimentos y Bebidas no alcohólicas (12,7%), Mantenimiento del hogar (21,2%) y Educación (21,5%). El primero con una incidencia de 3 puntos porcentuales, mientras que el segundo contribuyó con 0,8 y el tercero aportó una suba de 0,7 punto.
«La caída en la demanda de dinero que ocurrió en julio aceleró la suba de precios», expresó el economista de LyP, Eugenio Marí, quien agregó que «no hay que perder (de vista) que en realidad la causa fundamental son los
desequilibrios fiscales-monetarios que viene sosteniendo el gobierno. De manera sencilla, financiar cada vez
más déficit fiscal con emisión monetaria no es gratuito y tiene límites”.
Lautaro Moschet, otro economista de la fundación, señaló que “la salida de Guzmán desancló las expectativas
sobre el rumbo económico que tomaría el gobierno. La consecuencia directa fue la escapatoria de la tenencia de
pesos, dirigiéndose al consumo o a la compra de dólares. A partir de allí, la corrida cambiaria que se vio a lo
largo del mes.”
Por otra parte sostuvo que “la inflación de julio estuvo marcada por fuertes aumentos en el precio de los alimentos, aún por encima de marzo cuando se dispararon los valores de los commodities, como también en el rubro de mantenimiento del hogar. Aquí se encuentran bienes como electrodomésticos que están muy ligados a la importación y su precio se correlaciona con el tipo de cambio”.
El director de la Fundación, Aldo Abram, recalcó que «en los últimos meses la gente se empezó a bajar su
demanda de pesos, harta de que le quiten todos los meses 5% o 6% del valor de sus ahorros y atesoramiento
con ‘impuesto inflacionario’ para financiar al gobierno, a lo que se sumó la crisis de incertidumbre».
«Por lo tanto, es lógico que la moneda local haya potenciado la caída de su poder adquisitivo que ya estaba generando el Banco Central dándole duro a la ‘maquinita’”, agregó, al tiempo que indicó que «la tranquilidad actual por el recambio ministerial es una buena señal y una oportunidad para empezar a bajar la inflación; pero eso exige disminuir urgentemente el ritmo de emisión de pesos y el exceso de gasto público o fracasarán igual que sus predecesores».
Abram finalizó advirtiendo que «para que el resultado no sea una merma temporal de la variación de los precios y pronto estemos con una nueva corrida cambiaria, habría que recuperar la baja credibilidad de este gobierno con un programa de reformas estructurales que permita salir rápido del cepo”.