BUENOS AIRES (ANP).- La muerte del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, constituye un triunfo importante para el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, dirigido en particular para contrarrestar la influencia de Irán en Medio Oriente.

Su muerte, confirmada tanto por Israel como por el llamado Partido de Dios, tras ser bombardeado el viernes su cuartel general cerca de Beirut, abre un interrogante sobre lo que ocurrirá en el futuro con este grupo que ha perdido a muchos de sus principales jefes, entre ellos Ibrahim Aqeel de la Fuerza Radwan de élite.

Nasrrallah, de 64 años, que dirigió a Hezbollah durante tres décadas, buscaba una guerra limitada con Israel, según informes del diario The New York Times.
Se cree que subestimó el poder de fuego y de inteligencia del gobierno de Netanyahu, cuyos bombardeos aéreos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), causaron la muerte de más de 700 personas en las últimas semanas.

Una vez confirmada la muerte del jefe de la milicia chiita, ocurrida junto a otros miembros de la organización, el grupo islámico palestino Hamas e Irán juraron vengarse de Israel.
“Esto es puro terrorismo (…) Son crímenes de guerra o, al menos, una declaración de guerra”, dijo Nasrallah el 18 de septiembre, después de que estallaran miles de beepers y teléfonos móviles usados por miembros de Hezbollah, causando la muerte de decenas de personas.

Fue el último mensaje de un hombre que evitaba las aspiraciones públicas por temor a ser asesinado. Nasrrallah no dudó en ayudar al gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, cuando comenzó una guerra civil contra la oposición en 2011.

Su trabajo al frente de Hezbollah, considerado un grupo terrorista por Estados Unidos y varios países europeos, fue fundamental para entrenar a combatientes de Hamas, así como a fuerzas en Irak y en Yemen.

Nasrallah alcanzó su pico de popularidad luego de la guerra contra Israel en 2006, no solo en el Líbano sino en otras zonas de Medio Oriente, según la cadena qatarí Al Jazeera.

Pero antes de estar involucrado en la guerra de Siria, Nasrallah había fracasado en convencer a muchos musulmanes sunnitas que Hezbollah no estaba detrás del asesinato del primer ministro libanés, Rafik Hariri, ocurrido el 14 de febrero de 2005, durante un atentado en Beirut.

Sin embargo, el Tribunal Especial para el Líbano responsabilizó a cuatro miembros de este grupo chiita por la muerte de Hariri, dos de los cuales fue posteriormente condenados en ausencia a cadena perpetua.

Para el presidente estadonidense Joe Biden, la muerte de este clérigo chiita por parte de Israel, “es una muestra de justicia para sus numerosas víctimas”, entre ellas miles de estadounidenses, libaneses e israelíes.

En los próximos días, Hezbollah tendrá que elegir a un nuevo líder del grupo chiita, cuya influencia al igual que la de Nasrallah será notoria en Medio Oriente.

Para el analista Hani Hazaimeh, el asesinato del líder de Hezbollah “debería servir como un crucial momento de reflexión para el mundo árabe”.

En un artículo publicado en el diario Arab News, Hazaimeh opinó: “La muerte de Nasrallah es el último de una serie de fracasos iraníes para proteger los intereses de sus aliados” en Medio Oriente.

“Desde la guerra civil de Siria hasta el fracaso de las frágiles instituciones iraquíes, Irán ha utilizado a sus socios regionales como peones, sacrificando su bienestar por encima de sus intereses estratégicos”, afirmó el editor en Amman (capital de Jordania) de dicho medio angloparlante.

Por NP