Buenos Aires, (ANP, por Alberto Galeano).- La aplastante superioridad militar israelí sobre Hamas o Hezbollah vuelve a generar dudas sobre el costo humanitario de este tipo de guerras que, si bien debilitan a las organizaciones fundamentalistas, nunca fueron decisivas para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos.
Desde hace décadas la historia es siempre la misma: miles de muertos de un lado y de otro, en su gran mayoría palestinos, y el ejército israelí lanzando ataques demoledores con el apoyo de Estados Unidos, con un alto costo de víctimas civiles, y en muchos casos sin lograr los objetivos previstos.
Esta semana, el grupo iraní Hezbollah y los hutíes de Yemen, que luchan contra la injerencia de Arabia Saudita, continuaron disparando misiles contra el norte y el sur de Israel, mientras que el ejército israelí llegaba a las puertas de la ciudad de Gaza, para ingresar a los estratégicos túneles de Hamas.
Entre otras acciones militares, el gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu, bombardeó el campo de refugiados de Jabaliya, ubicado en el norte de Gaza, donde según Israel existía una infraestructura subterránea de Hamas, dedicada a actividades “terroristas” contra Tel Aviv.
Pese al pedido de la Casa Blanca para establecer una pausa humanitaria en la guerra, Netanyahu advirtió que no habrá una tregua hasta tanto Hamas libere a 239 rehenes secuestrados en el sur de Israel, tras la matanza de más de 1400 israelíes, el pasado 7 de octubre.
“El verdadero problema es qué se hará desde el punto de vista político, una vez que Israel logre su victoria militar”, dijo Mario Sznajder, profesor Emérito en Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en declaraciones a la Agencia Nuevas Palabras (ANP).
Sznajder advirtió además: “No me cabe duda que militarmente Israel ganará la guerra, debido a su superioridad material y de entrenamiento. La contienda bélica cobrará muchas víctimas, pero no se trata de un genocidio ni de una limpieza étnica como clama la propaganda palestina, sino de un avance lento para que haya menos víctimas civiles y menos bajas en el ejército israelí”.
“A las organizaciones terroristas palestinas les interesa que el número de víctimas civiles palestinos aumente. Por eso usan a sus propios compatriotas como escudos humanos. No les permiten evacuarse de las zonas de combate, ni ingresar y protegerse en la red de 15 kilómetros de túneles que los terroristas poseen bajo Gaza, pero que es de su uso exclusivo”, afirmó Sznajder.
Si bien Israel ha salido victorioso en casi todas las guerras, los resultados a veces no han sido como esperaban. Por ejemplo, en la primera Guerra del Líbano, en 1982, invadió ese país para destruir a la Organización para la Liberación de Palestina, del fallecido Yasser Arafat, pero aunque logró expulsar a la OLP del Líbano, la guerra derivó en la creación de Hezbollah.
Asimismo, en la Guerra del Líbano en 2006, tras el secuestro de varios soldados israelíes por parte de Hezbollah, Israel ocupó el sur de ese país durante algunos meses, pero no pudo imponer su presencia militar, soportando significativas bajas.
En septiembre de 2005, los israelíes se retiraron unilateralmente de la Franja de Gaza, pero impusieron un bloqueo por tierra, aire y mar contra los palestinos. Dos años después Hamas tomó el control del enclave, tras vencer en las elecciones legislativas a las fuerzas de Fatah, del presidente palestino, Mahmud Abbas.
Entre julio y agosto de 2014, tras el asesinato de tres jóvenes israelíes que habían sido secuestrados en Cisjordania, Israel lanzó la operación «Margen protector» contra la Franja de Gaza, con el fin de destruir la capacidad de Hamas de lanzar cohetes contra territorio israelí.
Según informes de la ONU, esta incursión israelí causó más de 2300 muertos, 18.000 viviendas destruidas y 108.000 personas quedaron sin hogar, tras varias semanas de ataques contra Hamas.
Durante una entrevista con la agencia española EFE, el 3 de agosto de 2014, el número dos de Hamas, Musa Abu Marzuq, aseguró que en dicha contienda bélica Israel sufrió «una derrota psicológica», sin conseguir destruir la infraestructura militar del grupo fundamentalista.
Tras la matanza de centenares de israelíes a principios de octubre, los bombardeos israelíes contra Gaza han dejado ya más de 9.000 muertos, según informes del ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas.
Entre otros objetivos, Israel trata ahora de controlar la ciudad de Gaza, donde según el gobierno de Netanyahu está el centro de operaciones de Hamas, librando feroces combates cuerpo a cuerpo con los milicianos palestinos.
Por ese motivo, los riesgos de cometer atrocidades entre la población civil, agobiada por la falta de agua y electricidad, entre otras carencias, son enormes para los israelíes.
El viernes, por ejemplo, la ONU condenó el ataque israelí contra un convoy de ambulancias cerca del hospital de Al Shifa, el principal de Gaza, causando al menos 15 muertos y 60 heridos. “Estoy horrorizado”, dijo el secretario general de ese organismo multilateral, António Guterres.