Mayo cerró con una inflación de 9,1% y completó hasta el momento con una seguidilla de seis meses de aceleración ininterrumpida del Índice de Precios al Consumidor, según la estimación dada a conocer hoy por la Fundación Libertad y Progreso (LyP).
El registro es el mayor para un mes desde abril de 2002 y superó en 0,7 punto porcentual al 8,4% de abril.
De esta forma, la inflación acumulada en los primeros cinco meses del año es de 44% (vs 29,3% acumulado durante mismo período del 2022) y la variación interanual asciende a 116,9% desde el 108,8% de abril, sosteniéndose en tres dígitos, aunque la entidad ya prevé que 2023 cerrará con un nivel cercano al 140%.
“Alimentos y bebidas no alcohólicas” mostró una suba del 9,1% mensual, sosteniendo el crecimiento por encima del 9% por tercer mes consecutivo. «s importante mencionar que los alimentos mostraron una importante desaceleración en la última semana de mayo, anotando una suba del 0,2% semanal, la menor desde enero», destacó LyP.
También se destaca el incremento en “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” (16,3%), explicado mayormente por la nueva suba de tarifas para los hogares catalogados como de Nivel 1 y 3.
La última semana de mayo deja un efecto arrastre para el IPC de junio de 1,7 punto, aunque la Fundación proyecta para ese mes una inflación menor a la de mayo, entre el 7% y el 8%, por una menor incidencia de los precios regulados (según los aumentos conocidos hasta ahora) y una desaceleración en el rubro de alimentos y bebidas.
Santiago Casas, economista de la Fundación Libertad y Progreso, dijo que “los aumentos en alimentos son muy preocupantes porque afectan fuertemente los valores de la canasta básica, poniéndole pisos más altos a los límites de pobreza. Si hacía falta volver a demostrarlo, los programas de precios justos fracasaron y lo único que consiguieron fue mayores distorsiones en la economía. La inflación se acelera a medida que aumenta la incertidumbre sobre lo que pasará a partir del 10 de diciembre. Para arreglar el problema, el próximo gobierno tendrá el desafío de diseñar un plan de estabilización que recupere la confianza en la moneda, o la sustituya por otra”.
Su colega Lautaro Moschet sostuvo que «la aceleración de mayo refleja la caída en la demanda de dinero que propició la corrida cambiaria en la segunda mitad de abril y provocó un fuerte arrastre durante el quinto mes del año. Para el mes entrante, esto ejercerá menos presión por lo que esperamos una pequeña desaceleración. De todas formas, no será una señal del todo positiva, ya que en la medida en la que no se lleven a cabo políticas consistentes con la preservación del valor del peso, la dinámica inflacionaria seguirá mostrando una tendencia al alza y posiblemente cerremos el año con una inflación cercana a 140%”.