BUENOS AIRES (ANP).- El dólar como loco, la inflación desbocada, el recorte de los subsidios a las tarifas, el portazo de Martín Guzmán en el Ministerio de Economía y el aterrizaje de Sergio Massa como el superministro salvador con el blooper de Batakis en el medio, y -como si todo eso fuera poco- el atentado contra Cristina Kirchner perpetrado por la «banda de los copitos». Como solía decir la actual vicepresidenta, «too much» como para encima andar acordándonos de lo que pasó hace un año, cuando la debacle de las PASO 2021 derribó el último puente que comunicaba a la fórmula presidencial.

Culpa de ese acontecer vertiginoso que caracteriza a Argentina, pocos se acordaron que se cumplió un año de aquellas elecciones primarias en las que el triunfo de la oposición cacheteó al Gobierno de Alberto Fernández y dejó la impensada foto de una Cristina cabizbaja, además de grandes reflexiones como la de la candidata del FdT Victoria Tolosa Paz o, como le decían los más malos, «Derrota» Paz. ¿En qué estaría pensando la pobre cuando dijo que cuando gobierna el Peronismo «se garcha más»? Como argumento para dar vuelta una elección, hay que reconocer que sí fue original.

Aquellas elecciones primarias para renovar bancas se llevaron a cabo el 12 de septiembre del año pasado y aunque las encuestas apuntaban a un triunfo modesto del oficialismo, la realidad tras el conteo dejó al bunker del FdT en pleno con los canapés atragantados. En Buenos Aires, los candidatos de Juntos x el Cambio Diego Santilli y Facundo Manes captaron el 39,78% de los votos mientras que Tolosa se quedó con el 35,43%, bastante por debajo de lo esperado para una provincia de larga tradición justicialista.

Otros que habían alcanzado y superado el piso necesario para ir a las elecciones generales habían sido el economista José Luis Espert, el exfuncionario cristinista despechado, Florencio Randazzo, y Nicolás del Caño, que con el Frente de Izquierda obtuvo un respetable 5,32%.

En cambio, los que se quedaron con las ganas de asegurarse cuatro años de excelente sueldo con poco esfuerzo fueron la mediática Cinthia Fernández -a pesar de su original video de campaña bailando en bombacha-, el exmilitar José Gómez Centurión, el odiado exsecretario de Comercio, Guillermo Moreno, y el histórico Jorge Altamira, de Política Obrera, entre otros menos conocidos.

A nivel país, las cifras preliminares quedaron en rangos similares a los de GBA, con el contundente triunfo de JxC en 14 provincias, además de su tradicional bastión, CABA, donde aventajó al magro 25,06% del FdT con un 48,84%.

El lunes que siguió a ese amargo domingo, Alberto Fernández se despertó con la presión de CFK para un recambio del gabinete de ministros, que apuntaba principalmente a Guzmán y a Santiago Cafiero, pero también al propio presidente porque ellos dos eran justamente de los pocos colaboradores de confianza del primer mandatario.

Sin embargo, lo peor de la furia de CFK estaba por llegar. Esa misma semana siguiente a la debacle de las PASO, Fernández no solo recibió el amague de renuncia de los funcionarios camporistas, sino también una durísima carta que la VP publicó en Twitter, aquella florida misiva en la que repartía reproches y revelaba que ella se había cansado de anticipar la obvia derrota que estaba avecinándose.

Pero en Argentina todo pasa pronto y aunque parezca mentira, aquellos días de tembladeral político quedaron muy atrás, como si fueran noticia de la década pasada. Ahora el FdT tiene problemas mayores con los temibles «copitos» dando vueltas y con una inflación implacable que va camino a ser la gran protagonista del año 2023.

 

Por NP