La mayor parte de los aumentos que hubo en los últimos cinco años en el precio del pan obedeció a “factores locales” y no a la variación del tipo de cambio o al precio internacional del trigo, sostuvo la Bolsa de Cereales en un análisis especial, en el que recomendó cambiar el actual esquema basado en retenciones y fideicomisos para focalizarlo en subsidiar la demanda de los consumidores de las franjas socialmente más vulnerables.
En un estudio realizado por los investigadores Jimena Vicentín Masaro y Agustín Tejeda Rodríguez, se comprobó que desde 2017 en adelante, “sólo el 9,8% de las variaciones en el precio del pan provienen de variaciones en los precios internacionales, y el 11% de variaciones en el tipo de cambio”.
“El resto de las variaciones en el precio del bien final (es decir, el 79,2%) provienen de otros factores locales”, indicaron, para agregar que “una política de intervención sobre el precio del producto primario, en este caso el trigo, tiene un impacto poco significativo sobre los precios al consumidor y la demanda, mientras si impacta de manera negativa sobre el productor y la oferta”.
En el caso específico del impacto de la invasión de Rusia a Ucrania en la inflación local, remarcaron que “el precio internacional del trigo alcanzó máximos históricos durante el mes de marzo”, pero el impacto en los precios locales fue marginal en relación con los aumentos efectivamente concretados.
Al respecto, señalaron que “como consecuencia de este aumento excepcional de los precios internacionales, los precios de los productos sólo deberían haber aumentado: 8,45 $/kg el pan; 9,7 $/kg de harina y 7,05 $/kg de fideo, considerando tanto los aumentos internacionales de precios del trigo como, las variaciones del tipo de cambio en dicho período”.
Sin embargo, los incrementos “estuvieron muy por encima” de esos montos, lo que indica que “las variaciones de precios de estos productos están afectadas mayoritariamente por otros factores ya que, incluso, en períodos donde los precios internacionales registran un aumento significativo, los precios locales se incrementan más que proporcionalmente, llegando a más que cuadruplicar el aumento en el caso del pan, y a más que duplicar en el caso de los fideos”.
Por tal razón, Vicentín y Tejeda proponen un cambio en la perspectiva y en vez de actuar sobre la oferta, hacerlo sobre la demanda, focalizando la atención en los sectores más vulnerables.
“Compensar por el aumento estimado de los alimentos en base a trigo que conforman la canasta básica alimentaria (CBA) para todo 2022 implicaría un desembolso que va entre 268 y 1.266 pesos por adulto equivalente, dependiendo si se compensa solo el aumento explicado por el precio internacional, o por todo concepto”, aseguraron.
En consecuencia, precisaron que “asumiendo que se subsidia a toda la población bajo la línea de pobreza (17,3 millones de personas), el monto total del subsidio se encontraría entre 58,7 y 183,8 millones de dólares”.
“De esta manera, el monto requerido para subsidiar a toda la población bajo la línea de pobreza, para que no se vea afectada por el aumento del precio internacional del trigo como consecuencia del conflicto internacional, es mucho menor a la recaudación adicional por derechos de exportación dada por el propio aumento de los precios internacionales”.
Al liberar los “cepos” al comercio exterior, sostuvieron, “debido al aumento de los precios de los productos de exportación desde que inició la invasión a Ucrania, Argentina recaudaría US$ 1.400 millones adicionales, de los cuales 153 millones provendrían de las exportaciones de trigo”.
“Una política focalizada directamente en los consumidores tiene claras ventajas sobre otras alternativas”, añadieron, ya que “representa un ahorro fiscal”, en tanto “subsidiar a toda la población bajo la línea de pobreza para que no se vea afectada por el aumento del precio de los productos derivados del trigo requiere un 40% menos de recursos que, por ejemplo, las compensaciones a la industria procesadora”, mientras que “si solo se compensa por el aumento de los precios de alimentos explicado por el precio del trigo y el tipo de cambio, el ahorro llega hasta el 80% de los recursos estimados”.
En segundo lugar, porque permite dirigir el subsidio a la población que realmente lo necesita, siendo más equitativa y eficiente.
Finalmente, señalaron, “una política de esta naturaleza tiene la ventaja de no afectar negativamente los incentivos al productor, y por ende al desempeño de la producción y las exportaciones, como sí lo hacen las políticas de restricciones y derechos a la exportación”.