La suba de las retenciones a las exportaciones de harina y aceite de soja tiene escaso valor fiscal, ya que apenas aportaria poco mas de u$s400 millones, a la vez que genera un clima de desconfianza entre las empresas del sector que desalienta a las inversiones.

Así lo indica un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI).

El informe señala que «desde el punto de vista fiscal, la medida tendría un impacto menor» ya que «para 2021/22, considerando las declaraciones juradas de exportación ya emitidas, se podría incrementar la recaudación en USD 425 millones (USD 265 millones para harina de soja y USD 160 millones en aceite)».

«En el último mes la recaudación esperada por derechos de exportación se incrementó en USD 1.200 millones producto de los precios impulsados por la sequía y el conflicto en el Mar Negro», señala el informe.

Por otro lado, dice que «un incremento en el impuesto a la exportación de aceite y harina desalienta el procesamiento local, ya afectado por la menor disponibilidad de poroto local e importado producto de la sequía» y advierte que «este efecto se vuelca, además, al sector primario, debido a que se afecta su capacidad de pago».

Sostiene el informe que «el diferencial arancelario permite compensar, al menos en parte, el desincentivo al agregado de valor provocado por los impuestos a la exportación, así como contrarrestar la política de escalonamiento arancelario adoptada por los principales países importadores.»

«Ha favorecido el desarrollo en nuestro país de uno de los polos de crushing de soja más importantes del mundo, que permite la transformación en origen de la mayor parte de los granos producidos», aclara el trabajo.

El informe sostiene que «la sola posibilidad de primarizar las exportaciones pone en clara desventaja a la Argentina, condenándola a concentrar las ventas a un solo destino -China- en los meses posteriores a la cosecha, recibiendo precios más bajos, con impactos negativos para las distintas regiones productivas del país».

«Como consecuencia, a pesar de no tener nuevas inversiones en los últimos años, como si ha pasado en algunos competidores como China y Paraguay, la industria ha venido trabajando con alta capacidad ociosa, situación que se ha agravado en las últimas campañas. Una de las causas es la menor producción de poroto de soja en Argentina, como consecuencia de los altos niveles relativos de derechos de exportación», indicó la entidad.

 

 

Por NP