BUENOS AIRES, Nov 26 (ANP).- Fue allá por el lejano año de 1996, cuando los mediáticos empezaban a ser un fenómeno sin que nadie sospechara que había llegado para quedarse, cuando la televisión argentina y los periódicos se vieron invadidos por las peripecias, insultos, sopapos, encuentros y desencuentros de quienes le dieron vida al famoso “Caso Coppola”, una investigación que empezó por sospechas de tráfico de drogas pero que derivó en un desfile de personajes entrañablemente bizarros, que nos regalaron grandes momentos ridículos, como el que hoy cumple 25 años.
El escándalo había estallado a principios de octubre de aquel año, cuando Guillermo Coppola, por entonces manager de Diego Maradona, fue arrestado durante un allanamiento en su domicilio en el que los policías hallaron 40 gramos de cocaína ocultos en un jarrón. Desde ese momento, no pararon las noticias sobre quienes quedaron involucrados en la causa, entre ellos el exjugador de fútbol, héroe del Mundial ’78, Alberto “El Conejo” Tarantini, que al igual que Coppola también fue a dar con sus huesos a la cárcel.
Uno de esos grandes momentos que nos dejó este memorable caso fue cuando el representante de futbolistas debió declarar ante los jueces de la Cámara Federal de Mar del Plata, hace hoy 25 años. Según informó entonces Clarín, Coppola había dicho ante los magistrados que era un buen muchacho, que por supuesto le gustaban “las mujeres y el champagne, pero no soy un narcotraficante”. Y como para no dejar ninguna duda, se entretuvo contando sus orígenes durante la indagatoria, repasando su vida como empleado bancario y su camino hasta convertirse en agente de jugadores de futbol.
Sin embargo, quienes más se destacaron a la hora de armar un show en torno a la investigación fueron las llamadas “chicas Coppola” que atestiguaron contra el manager. Una de ellas, la inolvidable Samantha Farjat, vio trastocarse su vida desde el minuto cero del caso, convirtiéndose en una celebrity que hacía saltar el rating cada vez que se presentaba en un programa de televisión para dar una nota (que, por cierto, cobraba bastante bien). Ella misma recordó en entrevistas recientes que era tal el furor que despertaba que la invitaban a todos lados, le pagaban para que no fuera a hablar a otros programas, y hasta tuvo una línea telefónica 0-600 en la que relataba las novedades del caso. Hasta le dedicaron una canción.
Farjat protagonizó un episodio increíble pocos días después de la declaración de Coppola, cuando acudió a declarar ella también. Antes de hablar con los jueces, la joven -entonces de solo 19 años- dio prioridad a los periodistas para dar todos los detalles de su testimonio que irían luego al expediente. Allí, en la puerta del juzgado y mientras contaba «su verdad» a la prensa, atendió a sus admiradores, firmó autógrafos, posó para los flashes y hasta recibió un huevazo en la cabeza, que terminó de coronar lo que ya era un gran momento televisivo.
La otra chica que ganó fama con esta historia fue alguien que hoy es “innombrable” porque hace algún tiempo logró ganar un juicio para que se le reconozca su derecho al olvido, por lo que no puede ser mencionada en notas relacionadas con el caso Coppola.
Pero los memoriosos saben bien de quién hablamos porque sería muy difícil olvidarla interpretando aquel hit con el que se presentaba a cuanto programa chabacano podía, el tema “¿Quién me la puso?”. La letra de este engendro musical relataba el allanamiento que había dado inicio a todo y que, obviamente, aludía a la explicación de Coppola cuando dijo “la droga no es mía, me la plantaron”. Aunque su nombre no pueda escribirse, basta buscar en YouTube esa canción para ver a esta joven en acción.
Justamente, había sido su testimonio lo que había dado pie para procesar al manager del Diez. Al salir del interrogatorio, ella aseguró que no se había retractado de sus dichos, aunque los rumores iban en la dirección contraria y comenzaban a palpitar que todo iba a quedar en la nada. Y mientras Coppola pasaba sus días en la cárcel -97 en total, hasta que fue liberado- las chicas construían una carrera alocada con sus apariciones frente a cámaras, peleando, acusándose, e incluso trompeándose las dos frente a millones de televidentes.
La causa finalmente concluiría con todos los acusados libres. Cabe recordar que, además de Coppola y Tarantini, estuvieron implicados personajes menos vistosos como Yayo Cozza, Claudio Coppola (que no era pariente de «Guillote») y Tomás Simonelli. Solo los policías que intervinieron en la investigación resultaron condenados. Locuras que nada más ocurren en nuestra querida Argentina.
Todo pasa
Hoy Farjat es madre de una joven y un adolescente, es rescatista de animales, y trabaja en periodismo, muy lejos de los escándalos. Sin negarlo, está en paz con su pasado y con los errores que pudo haber cometido.
La “innombrable” vive al parecer bastante feliz con su familia en EE.UU., convencida de que su participación en este bochornoso episodio fue nada más que un mal sueño. Pese a los cachetazos que se dieron con Samantha, siguen siendo amigas.
Tarantini continuó su camino superando éste y otros escándalos que lo tocó afrontar y el 2021 lo encontró en buen estado, lanzándose al ruedo de la política como candidato a una intendencia.
El exjuez Bernasconi, responsable del procesamiento y considerado por Coppola como el culpable de haberlo involucrarlo en una causa solo para ganar notoriedad, también probó lo que es la prisión en más de una oportunidad, condenado por asociación ilícita.
Pero lo importante es que el protagonista de esta nota, uno de los personajes más emblemáticos de este país, Guillermo Coppola, también siguió su vida. A veces, hablando de sus vivencias al lado del fallecido Diego Maradona y otras, opinando con conocimiento de causa sobre la serie de TV que recrea la vida del gran futbolista argentino.
Hace poco, en medio de la pandemia, concedió una entrevista telefónica en la que criticaba la prisión domiciliaria. “¿Te la mandaste, y te vas a tu casa? Así no”, reflexionaba con toda razón, él que se aguantó los 97 días como un preso más por una causa que será más recordada por el show televisivo que desató antes que por lo que contenía aquel jarrón delator.