Buenos Aires, ene 1 (ANP) – El director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el brasileño Roberto Azevedo, planteó en un articulo publicado hoy con motivo de los 25 años de la creación de la institución, la necesidad de seguir ampliando el comercio mundial y de evitar el cierre de las economías.
A continuación, el mensaje de Azevedo:
En este último cuarto de siglo, la OMC ha contribuido a transformar las relaciones económicas internacionales.
La existencia de normas vinculantes que regulan el comercio mundial de mercancías y servicios ha facilitado un enorme crecimiento de la actividad económica transfronteriza. Desde 1995, el valor en dólares del comercio mundial casi se ha cuadruplicado, mientras que el volumen real del comercio mundial se ha multiplicado por 2,7, muy por encima del crecimiento experimentado en ese período por el PIB mundial, que se duplicó.
El promedio de los tipos arancelarios se ha reducido casi a la mitad, del 10,5% al 6,4%. Para las docenas de economías que se han ido adhiriendo a la OMC desde su creación, la adhesión ha entrañado profundas reformas y compromisos de apertura de los mercados que, según indican los estudios, han traído consigo un aumento duradero de los ingresos nacionales.
La OMC ha contribuido a que las condiciones del mercado sean previsibles, y esa circunstancia se ha combinado con una mejora de las comunicaciones para hacer posible el surgimiento de cadenas de valor mundiales. Al tener la seguridad de que pueden trasladar componentes y los servicios conexos entre diferentes lugares, las empresas han podido distribuir la producción de productos manufacturados entre diferentes países y regiones. El comercio que tiene lugar dentro de esas cadenas de valor representa casi el 70% del comercio mundial de mercancías.
El surgimiento de las cadenas de valor mundiales ha sido clave para hacer posible el rápido crecimiento de las economías en desarrollo, que han recuperado el terreno perdido, al tiempo que ha aumentado la capacidad adquisitiva y la posibilidad de elección de los consumidores en todos los países. No es una coincidencia el hecho de que en los últimos 25 años se haya reducido la pobreza a un ritmo nunca visto: en 1995, más de una de cada tres personas del mundo estaba por debajo del umbral de pobreza extrema establecido por el Banco Mundial en 1,90 dólares EE.UU. Hoy en día, la tasa de pobreza extrema es inferior al 10%, la más baja de la historia.
En los últimos años, los Miembros de la OMC han convenido en agilizar los procedimientos en frontera por medio de un histórico Acuerdo sobre Facilitación del Comercio que se prevé que dé un impulso al comercio equivalente a más de 1 billón de dólares EE.UU. anuales. Asimismo, han liberalizado el comercio de productos de tecnología de la información y han suprimido subvenciones a la exportación de productos agropecuarios que eran perjudiciales.
A pesar de esos logros considerables, no es exagerado decir que la OMC se enfrenta hoy en día a dificultades a las que nunca nos habíamos tenido que enfrentar en nuestra relativamente breve andadura. En los dos últimos años, los Gobiernos han introducido restricciones al comercio que abarcan una parte sustancial del comercio internacional: solo en el último año se han visto afectadas importaciones mundiales valoradas en 747.000 millones de dólares EE.UU. La incertidumbre cada vez mayor en torno a las condiciones del mercado está haciendo que las empresas pospongan sus inversiones, y pesan en el crecimiento y en el potencial futuro de nuestras economías. Lo que hagan los Gobiernos de la OMC para hacer frente a esas dificultades influirá en el curso de la economía mundial en los próximos decenios.
En general, no cabe duda de que los 164 Miembros de la Organización consideran que la OMC y el sistema de comercio que supervisamos constituyen un bien público que merece la pena preservar y reforzar. Esto podría explicar el dinamismo tranquilo que se observa en los pasillos de la OMC. Se trata de una energía palpable, y es un indicio de que hay en marcha cambios profundos.
Las funciones de negociación de la OMC están entrando en una etapa de experimentación que promete dar lugar a nuevas normas que serán directamente pertinentes para la economía del siglo XXI y para las preocupaciones actuales en torno a la sostenibilidad.
Ahora que 2019 llega a su fin, vemos cómo se retoman las importantísimas negociaciones con las que se pretende poner fin a las subvenciones a la pesca más perjudiciales, que están agotando los océanos. Los Miembros saben que tenemos que alcanzar un acuerdo para junio, en nuestra Duodécima Conferencia Ministerial, que se celebrará en Nursultán (Kazajstán), o asumir colectivamente la responsabilidad de haber incumplido una meta fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las negociaciones sobre la agricultura han recibido un nuevo impulso y los Miembros están dando pasos pragmáticos para ver dónde se puede alcanzar un acuerdo en cuestiones de importancia vital.
Diversos grupos de Miembros están trabajando también para establecer nuevas normas sobre una serie de cuestiones — el comercio electrónico, la facilitación de las inversiones o la reglamentación nacional en la esfera de los servicios — con miras a hacer que el comercio sea más eficaz y predecible en sectores de vanguardia de la economía. Los Miembros están tratando además de hacer que sea más fácil, seguro y viable para las mujeres y las pequeñas empresas participar en el comercio mundial, lo cual contribuiría a hacer el comercio más inclusivo.
Es cierto que en lo que respecta a la solución de diferencias sufrimos un revés a finales de 2019, cuando los Miembros no lograron ponerse de acuerdo en reformar el Órgano de Apelación. Sin embargo, ya he empezado a celebrar consultas con los Miembros para analizar todos los aspectos de la reforma de la solución de diferencias a alto nivel político, tanto en Ginebra como en las capitales, con objeto de detectar posibles soluciones. Al mismo tiempo, muchos Miembros están sopesando diversas opciones provisionales creativas, a fin de mantener en funcionamiento una solución de diferencias en dos etapas mientras se busca una solución permanente.
Sigo creyendo que la OMC es más importante que nunca para la economía mundial, la creación de empleo, el crecimiento y el desarrollo. Y a pesar de las incertidumbres a las que se enfrenta el comercio actualmente, creo que 2020 ofrece verdaderas oportunidades para que logremos resultados significativos. Hay muchas posibilidades de que las negociaciones que se celebran en Ginebra fructifiquen en Nursultán en forma de nuevos acuerdos o nuevos marcos. De hecho, es posible que la Duodécima Conferencia Ministerial dé lugar a un conjunto de acuerdos que esté entre los más importantes de la historia de la Organización.
Si los últimos 25 años nos han enseñado algo sobre la OMC es que la Organización es resiliente y tiene muchos recursos. Hemos trabajado bien para nuestros Miembros en este último cuarto de siglo y seguiremos haciéndolo en el futuro.