BUENOS AIRES (ANP).- El presidente ruso, Vladimir Putin, considerado un dictador por Occidente, brilló con astucia y luz propia en 2024, tras romper hace más de dos años el equilibrio internacional con la invasión de Ucrania.

La alianza militar entre Rusia y Corea del Norte, que envío 11.000 soldados a pelear a la ex república soviética, muestra de algún modo la influencia que mantiene este ex agente de la KGB, cuya permanencia en el poder se mantiene inalterable desde hace más de un cuarto de siglo.

Aislado por las sanciones de Occidente, Putin estrechó también sus vínculos militares y económicos con el presidente chino, Xi Jinping (foto), cuando en septiembre ampos países realizaron una serie maniobras conjuntas en el mar del Japón.

A principios de abril, el canciller ruso Serguei Lavrov realizó una visita de dos días a Beijing, para reforzar los lazos y la cooperación bilateral, que ha aumentado luego de la invasión de Ucrania, ocurrida el 24 de febrero de 2022, especialmente por la venta de petróleo.

Sin el apoyo de Beijing, Moscú no habría acelerado su producción de armamentos, ni mantenido su presión militar sobre el ejército ucraniano que en los últimos meses ha invadido la región rusa de Kursk, limítrofe con el noreste de Ucrania, y tomado alrededor de 980 kilómetros cuadrados.

A mediados de marzo, Putin, de 72 años, fue reelegido para quinta vez desde el 2000, con el 87,28% de los votos, en unos comicios en los que no pudieron participar las principales fuerzas opositores rusas. El resultado fue rechazado por la comunidad internacional que lo consideró una “farsa electoral”.

El principal rival político del líder ruso en los últimos veinte años, Alexei Navalny, perseguido por el Kremlin tras investigar la corrupción en empresas estatales rusas, murió en una cárcel de Siberia, el 16 de febrero de 2024, a los 47 años. Su viuda, Yulia Navalnaya, afirmó: “Putin mató a mi marido”.

A la muerte de Navalny, se le suman otros casos de opositores rusos fallecidos en extrañas circunstancias, entre ellos la periodista Anna Politkovskaya, el ex viceprimer ministro Boris Nemtsov, que era una estrella en la política rusa a finales de los 90, según informes de la BBC.

Otro caso notorio fue el del ex espía Alexander Litvinenko, muerto en un hospital de Londres en noviembre de 2006, tras ser envenenado con polonio 210, un material altamente radioactivo, según una investigación del gobierno británico.

A lo largo de los años, Putin ha estrechado también sus vínculos con líderes autoritarios de otros países, entre ellos el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y los presidentes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel, respectivamente.

A principios de julio, Orbán visitó Moscú para reunirse con el presidente ruso,  causando indignación en la Unión Europea y en el gobierno ucraniano.

En Rumania, por ejemplo, el líder ruso cuenta con el apoyo del ultraderechista Calin Georgescu, un profesor universitario de 62 años que a fines de noviembre ganó por estrecho margen la primera vuelta de las elecciones presidenciales de ese país. Sin embargo, los comicios fueron anulados por el Tribunal constitucional.

Según el máximo consejo de seguridad de Rumania, que desclasificó una serie de documentos, el país fue blanco de “agresivos ataques híbridos rusos” durante el periodo electoral, mediante una red de 25.000 cuentas de las redes sociales TikTok y Telegram, a partir del año de la invasión rusa a Ucrania.

Durante su conferencia anual con la prensa, el pasado 19 de diciembre, Putin insistió en que debería haber invadido Ucrania mucho antes para defender la  soberanía rusa, asediada por la influencia de la Organización del Atlántico Norte (OTAN).

Al mejor estilo Trump (foto), Putin apeló también a la grandiosidad para expresar sus logros militares: “Nos hemos mantenido sólidos en términos económicos. Estamos fortaleciendo nuestro potencial de defensa y nuestra capacidad militar es hoy la más fuerte del mundo”. También dijo que está dispuesto a reunirse con el presidente reelecto estadounidense “en cualquier momento”.

Se sospecha que son buenos amigos. Incluso Trump ha elogiado muchas veces a Putin. Claro, nadie sabe lo que puede ocurrir entre ambos cuando el presidente reelecto estadounidense asuma la presidencia, el próximo 20 de enero.

Trump, sin embargo, ya está mostrando sus garras. En vísperas de Navidad, el magnate dijo en su red Trump Social que por una cuestión de seguridad Estados Unidos debería ser dueño del territorio autónomo danés de Groenlandia. Además manifestó su deseo de apoderarse del Canal de Panamá, durante una conferencia conservadora realizada en Arizona.

La gran pregunta es la siguiente: ¿cómo reaccionaría Estados Unidos si Putin hubiera dicho eso? Seguramente, sería un gran escándalo mundial. Sin embargo, en estos momentos, a Trump se le tolera que diga cualquiera cosa.

Por NP