Los altos niveles de inflación que viene teniendo la Argentina muestran una situación heterogénea en su composición, debido a los largos períodos de congelamiento de tarifas de servicios públicos que terminan generando una distorsión respecto de los precios de la mayor parte de los bienes.
Dentro de estos se destacan los de la Indumentaria, presentados en la terminología del INDEC como «Prendas de vestir y calzado», que lideran los aumentos de precios de los últimos cinco años y, a la vez, dejan en evidencia la disparidad entre los diferentes rubros.
Un estudio del economista Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), comprobó que entre 2017 y 2022 los precios de la ropa y el calzado crecieron un 31,2% más que el nivel general y más de veinte puntos porcentuales por encima de Alimentos y bebidas no alcohólicas, su inmediato perseguidor.
«El consumidor promedio tiene que destinar hoy un 31,2% más de otros bienes y servicios para comprar una prenda de vestir que lo que destinaba en diciembre de 2017», precisó Argañaraz, en la presentación de un informe en el que quedan en evidencia distorsiones aún mayores.
Y no por casualidad, esas brechas se dan con sectores con precios y tarifas reguladas. Así, Prendas de vestir y calzado aumentó en el último lustro un 71,7% más que los gastos de Educación, un 90,4% más que los servicios de Comunicación y un 121,6% más que el rubro Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, denominación que entre otras cosas abarca a las facturas de energía eléctrica, gas y agua corriente.
«Con una inflación promedio anual del 56% en los últimos años, se ha producido un importante cambio de los precios relativos de bienes y servicios que llegan al consumidor final», subrayó Argañaraz, para quien «el desafío de bajar la tasa de inflación desde los niveles actuales es paralelo al de reacomodar precios relativos, ya que se requiere una baja sostenible de la tasa de inflación».
En ese sentido, indicó que «los sectores con ingresos fijos, trabajadores y jubilados, vienen sintiendo de lleno el impacto inflacionario en sus bolsillos».
«El problema -finalizó Argañaraz- no es de un gobierno y requiere un esfuerzo conjunto para evitar que se siga profundizando».