El presupuesto es una previsión y la economía argentina es imprevisible. Esa encerrona es la que impide año tras año hacer estimaciones medianamente creíbles y cumplibles en la confección del cálculo de gastos y recursos. ¿Cómo prever los gastos en remuneraciones, jubilaciones, pensiones y planes sociales de diciembre de 2023 cuando nadie a ciencia cierta puede adelantar la inflación de octubre de 2022?
Pero esa salvedad no impide que en la mayoría -por no decir la totalidad- de los casos se tergiversen adrede los supuestos macroeconómicos en base a los que se elabora el proyecto de ley, una situación repetida hasta el hartazgo en medio de una inflación en crecimiento.
Es que todos los ministros de Economía, secretarios de Hacienda y subsecretarios de Presupuesto admiten off the record una triste verdad que nunca reconocerán de manera oficial: no se puede anticipar en el proyecto de ley la inflación que prevén, ya que ello conlleva el riesgo de alentar a la mayoría de los actores económicos a tomar las coberturas, dando lugar a una carrera con un final tan previsible como catastrófico.
No es la única variable en la que aparecen los errores de cálculo y en eso, Domingo Cavallo puede dar cátedra: al presentar el proyecto de Presupuesto 2002 en septiembre de 2001, anunció un crecimiento del PBI del 7,5%. La realidad no pudo ser más contrastante, con una caída del 10,4% y una diferencia, dólar más, dólar menos, de unos US$ 70.000 millones entre la proyección y la realidad.
La consultora Focus Market comparó las estimaciones de los últimos proyectos de ley de Presupuesto con los datos que finalmente se dieron en realidad. Así, Nicolás Dujovne previó en 2018 una inflación para el año siguiente de 23%, cuando en realidad fue del 54% ; Hernán Lacunza proyectó un 34% y, dentro de todo, fue el que más cerca estuvo de los hechos, ya que el 202o cerró con un 36%, si bien con otro ministro y otro Presupuesto.
Martín Guzmán se lleva (por ahora) las palmas en cuanto al desfase entre la inflación proyectada y la que finalmente ofreció la realidad: para el Presupuesto del año pasado previó un 29% pero 2021 cerró con un 51% (un desfase del 76%), en tanto este 2022 podría terminar con un alza de precios cercana al 95%, un 188% más que los más que optimistas 33% del proyecto que finalmente no fue aprobado por el Congreso.
Con esos antecedentes, el 60% de inflación presentado en el proyecto de Sergio Massa arroja más dudas que certezas. Las suficientes dudas como para confirmar la única certeza: pifiarle a la estimación de inflación en los proyectos de ley de Presupuesto es una de las pasiones argentinas.