Buenos Aires, abr 6 (ANP) – En medio de la pandemia y el aislamiento dispuesto por el Gobierno se agudizaron los problemas de financiamiento de las Pymes.
Decimos “agudizar” porque los problemas de financiamiento y sostenibilidad de las empresas es previo. Hace años que las empresas (grandes, medianas y pequeñas) no pueden llevar en su espaldas las mochilas que impone el fisco en materia impositiva, regulatoria y laboral no salarial.
A esas mochilas se le agregó hace ya unos años el problema del financiamiento. El estado comenzó en 2017 a absorber el crédito local. Así el débil sistema financiero que representa apenas 15% del PIB (versus el 115% en Chile) se orientó a financiar casi exclusivamente al estado, su cliente principal. Las tasas de interés resultaron lapidarias para las empresas. En varios meses de 2019 la tasa de interés por préstamos en descubierto (sin acuerdo) llegó al 107%. El promedio estuvo entre 75 y 90% no representa “el precio de la abstención del consumo” sino el precio del desequilibrio macroeconómico y la necesidad planchar el dólar para lograr la paz social.
La pandemia y el cierre forzado de comercios complicó cosas que ya estaban muy complicadas.
Hace meses decimos que las Pymes somos la lepra de los bancos. Los bancos no desean como clientes empresas Pymes. De hecho sólo 15 de cada 100 pesos que prestan al sector privado tienen como destinarios empresas pequeñas y medianas. Las empresas grandes recién 30 pesos de cada 100 y las personas físicas 55. Quiere decir que las empresas pequeñas están bien lejos de las prioridades de los bancos siendo 600.000 clientes potenciales que concentran el 50% del Pib y el 70% del empleo total (registrado y no registrado).
Las pymes tienen espaldas débiles tras décadas de cargar mochilas impuestas por el estado. Un estudio de Iaraf da cuenta de 166 impuestos y 100 mecanismos de recaudación forzada y de dudosa constitucionalidad (Sistemas de percepciones y retenciones). Más de 69.000 regulaciones y una carga laboral no salarial que torna inviable la contratación formal. A eso habría que agregar una industria del juicio que enturbia e inviabiliza el mercado de trabajo.
Todo eso es mucho para una pyme, con problemas de escala, en una economía cerrada sin acceso a las exportaciones, también fuertemente desincentivadas con impuestos y regulaciones absurdas. Los bancos exigen a la hora de otorgar préstamos una serie de requisitos conceptuales que inalcanzables para muchas empresas.
• Cero deuda impositiva y previsional
• Presentaciones impositivas al día
• Ganancias en tres períodos consecutivos
• Cash flow generosos
• Frondosa documentación y papeleo físico. (hay bancos que exigen, sólo para mirar el balance, la certificación en original a un costo de $20.000, en CABA)
• Ausencia de juicios laborales
• Ventas no concentradas
• Cartera de cheques de cadenas de primera línea
• Situación 1 (menos de 30 días de atrasos en deudas) en todos los bancos y entidades financieras.
• No estar bajo PPC (Procedimientos Preventivos de Crisis)
• No estar en Convocatoria de Acreedores
• Además, por supuesto cumplir los ratios lógicos de Deuda Corto Plazo vs Activo Corriente, Utilidades vs Patrimonio, Utilidades vs Ventas, etc, etc.
• Y por supuesto la misma pulcritud en las DDJJ de bienes de socios y gerentes quienes serán los avalistas.
• Títulos de propiedad perfectos de las sociedades e individuales de cada socio.
• Las respectivas DDJJ impositivas de los socios.
• Informes de deuda y situación de parte de las empresas de información crediticia.
Una carpeta que no cumpla uno de estos requisitos es lo que se conoce como “carpeta manchada”.
No hemos obtenido información fehaciente de cuantas empresas pymes tienen “carpetas manchadas”. De tratarse de un número irrelevante este artículo termina aquí y sugiero al lector no seguir leyendo.
Estimamos que el número puede ser alarmantemente significativo.
A partir de la cuarentena dispuesta para el sector servicios y buena parte de la actividad manufacturera la cadena de pagos se rompió definitivamente. Aún no están los datos de los cheques rechazados pero se estima un crecimiento importante.
La necesidad de otorgar créditos inmediatos a las pymes se ha vuelto imperiosa. Los bancos no tienen ni interés ni músculo para tratar este tema en medio de la pandemia, el teletrabajo y las inexorables manchas que las pymes tienen en sus carpetas.
Hay dos dilemas innegables. 1) las pymes están forzadas a no facturar. (Las “exceptuadas” facturan al 30% de su capacidad, lo cual a estos efectos es lo mismo) 2) El BCRA y los bancos no tienen premisas ni respuestas para “carpetas manchadas”.
Con carpetas limpias o manchadas los empleados deben cobrar y las empresas deben seguir proveyendo bienes y servicios. El pago de salarios es la salvaguarda de la cuarentena.
La necesidad de créditos puente es imperiosa y los bancos parecen no ser el vehículo indicado para efectivizar dichos créditos.
Hemos propuesto créditos directos del BCRA bajo el formato de adelanto en cuenta corriente a efectos de la cobertura de las nóminas salariales y las cámaras bancarias por los cheques dados con anterioridad. Sólo de esa manera se soluciona la cadena de pagos y el pago de nóminas por los meses de marzo y abril.
Las respuestas del BCRA son lentas y sin contundencia. Los bancos se escudan en que “no prestan fondos propios, sino que manejan plata de los ahorristas”. (también era “plata de los ahorristas” la que financiaba las Leliqs, Lecap, Letes, y demás títulos defaulteados y reperfilados. De hecho, el sector público incumplió compromisos de manera sistémica cosa que nunca sucedió en el sector privado)
“Te dan el paragua cuando hay sol y te lo sacan cuando llueve” reza el lema que describe la actividad bancaria desde hace décadas. Esa es la realidad, por ello la solución debe pasar por otro lado, fuera del sistema bancario.
El día después de la pandemia habrá que proponer una mayor apertura financiera para no depender de un escuálido sistema bancario local.
Pero hoy por hoy la urgencia es otra. Las autoridades deben ejecutar una solución de shock para la situación terminal de las pymes y a la vez de buscar mecanismos posteriores de absorción monetaria por la emisión inexorable.
Se habla de horas y no de días. Nada de esto hubiera sucedido si la Argentina contara con moneda, un sistema financiero fuerte y orientado al mercado. En Italia, España y Estados Unidos se habla de pandemia pero no de cadena de pagos. El dato de la realidad es que nada de eso sucede y los coletazos de la pandemia, el temor y el cese de actividades es letal para las empresas, el empleo y la producción.
La Argentina debe ser el único país donde las empresas que quieren seguir trabajando no consiguen financiamiento y se funden las empresas que tienen trabajo.
Algo anda mal en el sistema financiero que no conecta proyectos productivos con ahorro privado y en el estado que aplastó empresas hasta el nivel de no poder cumplir una mísera lista de requisitos.
Gustavo Lazzari: Economista y Empresario